Ciencia ciclista en la Complutense

Hablar de ciclismo y ciencia ha sido estos últimos años hablar de una sola palabra, de dopaje. El deporte de la bicicleta ha cargado sobre sus duras espaldas con la carga de una imagen negativa que ha convertido al médico del equipo en un hechicero capaz de hacer cualquier cosa con tal de aumentar el rendimiento de los deportistas y al ciclista en un ser inhumano, un Dorian Gray ávido de sangre, de cápsulas o de jeringazos con tal de mantener su nivel competitivo. Esta imagen es, claro, falsa. Detrás de un equipo ciclista hay muchas cosas, pero también hay especialistas serios y rigurosos. También hay investigación. Y deseos de colaborar con todos los ámbitos, incluido el universitario.

La última prueba es la concesión del Premio Nacional de Investigación en Medicina Deportiva a un equipo de científicos que engloba a profesores de la Complutense, como José López Chicharro, al médico del equipo ciclista iBanesto.com, Jesús Hoyos, y a varios investigadores más de otras universidades, como Alejandro Lucía, Margarita Pérez y Alfredo Santalla (de la UEM). Juntos forman la Unidad de Investigación en Fisiología del Ejercicio de la Universidad Complutense de Madrid, un grupo nacido del convenio firmado en febrero de 2001 entre la asociación deportiva Banesto y la Complutense. Un grupo con grandes ambiciones y aún escasos medios.

Según el acuerdo universidad-empresa, Banesto se comprometía a financiar con ocho millones de pesetas anuales la compra de material para dotar un completo laboratorio de investigación, mientras que la Complutense ponía el local físico donde instalarlo. Casi un año después, y debido a diversos problemas, lentitudes y malosentendidos, la universidad aún no ha podido cumplir con su parte del pacto, pero ello no ha sido óbice para que los investigadores, animados de un voluntarismo extraordinario y de una curiosidad a prueba de burocracias, hayan empezado a trabajar, aunque sea de forma ambulante. El rector, Rafael Puyol, sin embargo se ha comprometido personalmente para proporcionar el local y la situación de precariedad parece tocar a su fin. 'Algunos investigadores extranjeros se ponen en contacto con nosotros atraídos por los trabajos que publicamos y cuando nos dicen que quieren visitar nuestro centro de investigación les ponemos excusas como que está en obras o algo así', dice Lucía, uno de los investigadores. 'Evidentemente nunca entendería que lo hacemos como lo hacemos, como buenamente podemos'.

El trabajo premiado explicaba cómo y por qué un ciclista profesional es más eficiente en su consumo de oxígeno que uno aficionado, cómo con el mismo consumo lograba más potencia durante más tiempo. Para efectuarlo, los miembros de la unidad tuvieron que contar con la colaboración de los ciclistas y del equipo iBanesto.com para la toma de muestras y la realización de pruebas de esfuerzo. Fue un trabajo ambulante. El segundo premio, también para un trabajo del grupo de la Complutense, versaba sobre los efectos de la estimulación eléctrica en los músculos. Y en marcha hay más estudios, como uno sobre los problemas con el hierro de los ciclistas. Un trabajo también vocacional y no retribuido, que lo del dinero sería un lujo excesivo para los investigadores españoles.

'El objetivo es tener un centro a pleno funcionamiento en el que puedan integrarse más investigadores y contar con becarios y con líneas p`ropias', explica López Chicharro, profesor titular de la Escuela de Enfermería de la Complutense y verdadero motor del grupo. 'Y tampoco nos limitaremos sólo al ciclismo. El centro, además, podrá ser utilizado por cualquier persona para someterse a pruebas de esfuerzo y demás estudios fisológicos. Será un centro abierto'.