_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Patria, bandera y todo lo demás

El tamaño de las banderas ha crecido. Es una moda de Estados Unidos que tiene allí algún sentido. Se celebraba el tercer mes del crimen de Nueva York, y tras un Bush con la mano en el pecho había una gigantesca bandera. Se han hecho buenos negocios con la fabricación de objetos con barras y estrellas en forma de respuesta al asesinato colectivo, y algunos neoyorquinos han llegado a decir que la independencia de Nueva York con respecto a EE UU, su identidad de crisol, de internacionalidad, de mundo comprimido, se ha perdido. Estos impulsos de furia y venganza -'contados por un idiota', diría Shakespeare- han arrastrado a otras naciones. Naturalmente, a España, que es muy proclive; y en Madrid se ha puesto una gigantesca bandera en Colón. Me asustan las banderas, porque siempre las he visto como guerra, nacionalismo, o patriotismo, y esta de Madrid la comprendo mal, porque parecía que ya estábamos en otra cosa más allá de la bandera monárquica -así se llamaba, como se llamaba Marcha real a la de granaderos, hoy himno nacional-. Pienso que la puso el alcalde por el desfile militar del Día de la Hispanidad, que también se llamó Día de la Raza. Cuando un concepto está sobrepasado, se le cambia el nombre y el efecto continúa.

Puede que todo tenga que ver con la consigna de patriotismo constitucional del PP: otro modismo, otra manera de disfrazar el concepto gastado para ir por el camino antiguo. Lo primero que ha hecho, con la colaboración de mentes entecas, es considerar la Constitución como intangible. La propensión a lo sagrado les hace ver en ella las tablas de la ley: pero la vida real les ha mostrado que con esa y otras leyes se puede ejercer un gobierno absoluto. Sé que Aznar no cree que sea un gobernante absoluto, porque a quien lo es siempre le parece poco: pero éste es el gobierno de uno solo, una monarquía rara donde el que manda no es el rey. El patriotismo nuevo es 'sentirse orgulloso de ser español' (a mí me fastidia). Puede que esta iniciativa atraiga a muchos, porque excluye a los nacionalismos (ah, también me fastidian: todos): pero veamos que esa exclusión se hace en nombre de una restauración: la del franquismo joseantoniano.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_