Al concejal de Barajas

Cuando en el mes de junio de antaño fue nombrado concejal de nuestro distrito por el alcalde de Madrid, todos los ciudadanos del mismo le recibimos con los brazos abiertos, y con grandes esperanzas para resolver, por lo menos en parte, los muchos y graves problemas que teníamos pendientes.

Natural de Barajas, conocedor de los mismos, con un carácter aparentemente campechano, dialogante y transigente; demócrata cien por cien; nos las prometíamos muy felices creyendo que en el ejercicio de sus funciones todos seríamos iguales ante la ley y que no tendría ni amigos ni enemigos. Nos equivocamos de todas todas. Este señor tiene su grupo de amigos especiales, y en el otro estamos los que no lo somos tanto. A estas fechas nos tiene completamente defraudados.

La primera víctima ha sido un servidor, que, teniéndome por su amigo, y conociendo mis inquietudes sociales, me prometió ayuda y apoyo para resolver los graves problemas del centro de mayores Teresa de Calcuta. No sólo no lo ha cumplido, sino que me ha engañado y me ha mentido, hasta el extremo de permitir a la directiva del referido centro no dejarme asistir a la asamblea del 18 de abril del año en curso; algo inaudito que quebranta totalmente el artículo 30 del estatuto.

Es el responsable directo de que no exista reglamento de régimen interior en ningún centro de mayores de los tres del distrito; de que las juntas directivas no tengan libros de actas formalizados; de que no se cumpla ningún precepto del estatuto actual vigente. En los plenos del Ayuntamiento impone el rodillo de la superioridad del Grupo Popular y anula todas las proposiciones o sugerencias del Grupo Socialista e IU, por muy beneficiosas o razonables que sean para el distrito.

El presidente de la junta directiva, Alfredo Sánchez, con su secretaria, Victoria Pineda; ni las señoras de los servicios sociales, Emilia Morales y Elena Jiménez, ni usted, señor Serrano, me van a impedir que asista a la próxima asamblea, que se celebrará en el proximo mes de marzo en el centro Teresa de Calcuta, donde se leerá el acta de la asamblea anterior, tanto si lo ponen en el orden del día como si no, para aprobarla o no por los socios.

El presidente, Alfredo, no debería ser el presidente de la asamblea, porque es juez y parte interesada, como el presidente del Gobierno no puede ser presidente de las Cortes y, además, esto lo refleja claramente el apartado 8 del artículo 5 del estatuto, que la directiva lo interpreta arbitrariamente a su favor. Esto es anticonstitucional.

Señor Serrano: haga una inflexión y cambie de conducta, porque se está quemando, se está haciendo impopular y ya no le creemos casi nadie.