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Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid gana en las trincheras

El equipo de Del Bosque sufrió frente al Tenerife un partido abrupto y sin apenas juego

Santiago Segurola

Esta vez al Madrid le tocó ganar en las trincheras, lejos del escenario que le gusta. Después de sus brillantes últimos partidos, tuvo que bajar al barro del cuerpo a cuerpo para superar al Tenerife, que no le dio tregua.

En un partido desagradable, con una interminable sucesión de faltas, el juego fue un factor secundario. El Madrid sufrió de forma visible, pero sacó rédito del temprano gol de Helguera.

TENERIFE 0| REAL MADRID 2

Tenerife: Sergio Aragoneses; Javi Venta, Pablo Paz, Lussenhoff, Bermudo (Jaime, m. 82); Manel (Jordi Ocaña, m. 74), Martí, Hugo Morales, Iván Ania; Acorán y Pier (Xisco, m. 46). Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Fernando Hierro, Pavón, Roberto Carlos; Helguera, Makelele (Celades, m. 60); Figo, Zidane (Munitis, m. 85), Raúl; Morientes (Solari, m. 67). Goles: 0-1. M. 15. Figo saca una falta sobre Makelele, éste mete el balón en profundidad sobre Helguera, quien supera a la defensa tinerfeña y sorprende a Aragoneses. 0-2. M. 92. Penalti de Lussenhoff a Hierro que ejecuta Figo. Árbitro: Mejuto González (asturiano). Enseñó cartulina amarilla a Martí, Lussenhoff, Iván Ania, Helguera, Makelele, Zidane y Michel Salgado. Lleno en el campo del Heliodoro Rodríguez López, unos 24.000 espectadores.

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El partido se desarrolló bajo las condiciones que dictó el Tenerife. No fueron otras que una presión sofocante. Y donde no llegaba la presión, las faltas. La primera parte no existió. El Tenerife cometió 23 faltas, cifra que impidió ver cualquier amago de fútbol. Casi todas eran faltas en el medio campo, muy duras en ocasiones, sin otro interés que detener el juego y sacar al Madrid del estilo que le conviene. Si se trataba de eso, el Tenerife lo consiguió. El Madrid se sintió tan incómodo en ese combate que renunció a proponer algo de fútbol. O le hicieron renunciar.

Lo único que sacó el Madrid en limpio del primer tiempo fue el gol de Helguera. A la vista de lo que sucedió después, no fue poca cosa. Hasta ese instante, el Madrid trataba de hacer lo que mejor sabe: se movió alrededor del balón, con una autoridad indiscutible frente a un adversario que disputaba cada pelota como si le fuera la vida. En el Tenerife había órdenes estrictas para contener al rival en el medio campo. Ahí se libraba una batalla bastante desagradable que exigió al Madrid más atención al cuerpo a cuerpo que al juego. No encontraba la manera de conectar a sus líneas, y mucho menos de encontrar a sus delanteros, que pasaron desapercibidos. Y no por su culpa. Era imposible abastecerlos en aquella pelea de callejón.

Como el Tenerife encontró el partido que pretendía, el Madrid salió dañado de un duelo tan incómodo, especialmente por las dudas que siempre despierta este equipo cuando el asunto se pone duro. O al menos así ocurrido en sus peores momentos de la temporada, como en Valencia, donde se vio arrastrado a la derrota por un encuentro de características parecidas. Esta vez tuvo algo más de espesor, pero terminó ofuscado, defendiéndose a duras penas en su área, sin ningún control del juego. Fue entonces cuando el Tenerife le puso en graves dificultades, que comenzaron por un grave error de Casillas en un centro alto. La pelota quedó suelta en el área y Xisco no acertó a empujarla a red. El Madrid tomó conciencia de los problemas que se le venían encima y de los pocos recursos que tenía para resolverlos. No es un equipo que se distinga por su firmeza defensiva, carencia que resultó demasiado evidente en Tenerife.

Casi le resultó heroico defender la ventaja obtenida con el tanto de Helguera. El gol llegó en los escasos minutos interesantes del Madrid. La jugada confirmó el instinto de Helguera cuando aparece en el área. Makelele sorprendió a la defensa con una pase que superó a toda la línea. Desde atrás surgió Helguera, por el callejón del ocho, en una problemática posición para el remate. Pero remató con cierta violencia, la suficiente para sorprender a Aragoneses, que desatendió de forma incomprensible el primer palo. Por allí entró la pelota.

Lejos de capitular, el Tenerife persistió en sus maneras. Siguió la presión sobre los centrocampistas del Madrid y continuaron las faltas, con un factor añadido. Las pocas que cometió el Madrid tuvieron un efecto disuasorio en su medio campo: Zidane, Makelele y Helguera fueron amonestados. En un partido tan abrupto, eso significabas una cautela excesiva en la zona donde se libraba la batalla. El Madrid se condenó al sufrimiento porque no encontraba el balón y porque se sentía superado en medio de tanto desgarro. Falló Casillas en aquel centro y comenzaron a producirse ocasiones en su área, casi todas protagonizadas por Xisco, que exigió del portero madridista lo mejor de su repertorio: las estiradas eléctricas, algunas de las cuales salvaron a su equipo.

Del Bosque comprendió que los problemas se derivaban del conflicto en el medio campo, donde Helguera parecía fatigado y Zidane fuera de su elemento. Pasó más tiempo apagando fuegos que en los asuntos donde destaca. A la vista de la situación, entró Solari por Morientes. No era un partido para el delantero centro. Era un encuentro para sacrificarse en las trincheras. Es lo que hizo el Madrid sin demasiado rigor, pero con un resultado que le viene de perlas en su fulgurante remontada en el campeonato.

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