Bilbao
De qué se habla
En cuanto el otoño ha traído las primeras lluvias se ha vuelto a hablar de la pasarela de Calatrava. Mejor dicho, de su deslizante piso, formado por losetas de vidrio translúcido, que en cuanto caen cuatro gotas se convierte en una pista de patinaje. Es una estructura liviana y ligeramente curva, que cruza la ría del Nervión, con el inconfundible sello del ingeniero Santiago Calatrava, desde la que los turistas se retratan con el Museo Guggenheim al fondo. Para evitar caídas, el Ayuntamiento recubrió las losetas de cola. Siguen patinando y ahora parece que están sucias.
Belleza subterránea
A pesar de que 20 minutos de paseo dan para enlazar cualquier punto de la ciudad, cualquier excusa es buena para bajar al metro y conocer el diseño que realizó el británico Norman Foster en las estaciones, a base de hormigón y acero inoxidable. Su única línea atraviesa la ciudad y llega hasta los pueblos de la margen derecha con un buen servicio. Visita especial, por el sugerente espacio arquitectónico, merece la estación de Sarriko.
Feliz regreso
El Museo de Bellas Artes de Bilbao (plaza del Museo, s/n. 944 39 60 60) acaba de abrir sus puertas después de tres años de obras. Puesto a punto en aspecto y contenidos, es obligatoria una visita a la colección permanente que ahora se presenta con un arriesgado diálogo entre obras antiguas y contemporáneas. Las exposiciones temporales de este otoño: Mujeres impresionistas, con obras de cuatro pintoras de ese movimiento, y Gaur, hemen, orain (Hoy, aquí, ahora), para descubrir a los artistas vascos actuales.
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