No pisen a Scherezade, por favor
Los alumnos de un instituto cordobés escriben un cuento gigantesco en la Corredera
Cualquier peatón poco atento que anduviese ayer por el centro de Córdoba podía haber cometido el error imperdonable de pisar a Scherezade o a Haroun-Al-Raschid o a alguno de los personajes de El durmiente despierto, la historia de Las mil y una noches que 30 alumnos de tercero de ESO del Instituto Averroes dispusieron ayer, letra por letra, sobre el suelo de la histórica Plaza de la Corredera. Trazaron así, a fuerza de paciencia y engrudo, la página más grande del mundo, componiendo un relato lleno de vueltas y revueltas, y mareando a más de un viandante que se quedó enganchado del cuento.
La idea salió del centro de enseñanza y recibió el apoyo del Instituto Andaluz de la Juventud, que puso los medios para llevarla a la realidad. Hicieron falta unas 10.000 letras de gran tamaño impresas en folios azules y amarillos; los primeros, para la introducción, en la que se narra cómo Scherezade decide dejar a su nuevo marido con la miel en la boca contándole historias inacabadas cada noche y ganándose así el derecho a amanecer con vida. Los segundos, para el relato en cuestión, que trata de las vicisitudes de un joven a quien el califa decide volver loco a fuerza de confundirle el mundo real y el de los sueños.
La operación se organizó como sigue: se instaló una mesa en un lugar estratégico, donde estaba María Jesús Monedero, profesora de Lengua y ágil proveedora de letras. Los alumnos, divididos en pequeños grupos, tenían una fotocopia del cuento y un croquis de cómo debían disponerse las palabras. Armados de cubo, cepillo, vocales y consonantes, andaban en cuclillas, pegando las letras al suelo con todo cuidado.
'Llevamos agachados desde las nueve y media, ya nos duelen la espalda y las rodillas', decían Vanesa Vacas y Ángel Bravo, rebosando entusiasmo y engrudo a partes iguales. Pero la actividad intelectual no les dejaba quejarse demasiado. Vanesa adivinaba, por el contexto, que la palabra siguiente debía ser 'caballo' o 'camello': era 'camello'. Poco más allá, una compañera suya discutía débilmente con un señor mayor, vecino de la plaza, que preguntaba, combativo, qué era 'tanto pego [en cordobés, pego significa tontería]', y quién iba a recogerlo después.
Lo recogieron ellos mismos, claro. Fue una obra de arte efímera, pero fértil. Entre las dos y las tres de la tarde, el cuento estaba terminado y los alumnos, cansados. Los curiosos que no soportaban el suspense se enteraron de cómo terminaba la historia del durmiente despierto. Las palabras dibujaban itinerarios enloquecidos por toda la Corredera, con alguna huella delatora de pisadas, de perros o de carritos de la compra, pero aún legibles y poderosas. Y el año que viene lo harán de nuevo, y dejarán la literatura en el suelo unos cuantos días, para disfrute de todos.
Letras, números e historias
La idea de empapelar la plaza con un cuento milenario está llena de posibilidades educativas. Para empezar, en el campo de la Lengua. Los alumnos se acercan a una historia 'con muchas conexiones literarias', señaló María Jesús Monedero, profesora; 'tiene que ver con La vida es sueño, con El Quijote, y con películas como Abre los ojos, que hablan sobre la realidad y la ficción y sobre cómo cambian las cosas cuando no sabemos si estamos dormidos o despiertos'. Mientras explicaba esto, un alumno expeditivo tiraba de rotulador para convertir una l en la t que necesitaba y no encontraba por ningún lado. Y otro cogía una b, le daba la vuelta y ya tenía la q que le hacía falta. En lo que toca a las Matemáticas, indicó el profesor Gabriel Moya, 'Lo primero ha sido contar las letras y comprobar que se presentan con una frecuencia estable'. En un panel cercano se veía una tabla con los porcentajes correspondientes a cada una: la más común es la e, le sigue la a, y así hasta 28. 'Esto nos permite descifrar mensajes escritos con códigos ocultos', aclaró Moya, cosa que ya hacía Sherlock Holmes y los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y que han aprendido los alumnos del Averroes. Así, la clase ha creado su propia clave, formada por estrellas, cruces, gotas de sangre y otros signos igualmente vistosos y ha compuesto una frase críptica que los visitantes, haciendo un pequeño esfuerzo pueden traducir como un saludo amistoso. En cuanto a la asignatura de dibujo, como explicó su responsable, Carmelo López, los estudiantes vinieron con antelación para medir la plaza y luego se ocuparon de diseñar la distribución de los folios, trazando planos para reflejarla sobre el papel. Hay más. Para Rubén Márquez, representante del Instituto Andaluz de la Juventud, el hecho de elegir un cuento de tradición árabe 'sirve para concienciar a los chicos contra el racismo y la xenofobia'. La actividad es una manera de rejuvenecer y vitalizar la zona de La Corredera, que lleva tanto tiempo en obras. 'Estamos muy dispuestos a colaborar con los institutos', recalcó Márquez. 'Y les pedimos que nos propongan ideas como ésta, que nos presenten proyectos'.
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