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Columna
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Españolismo de izquierdas

Las cuitas del nacionalismo andaluz, que parece decidido a escurrirse definitivamente por el sumidero de la historia, invita a reflexionar estos días sobre otras aflicciones: las del puro idioma, por atrapar los muchos y escurridizos camuflajes de la política. Surge un nueva fractura del andalucismo con ínfulas recuperadoras de un supuesto nacionalismo de izquierda, que entre ellos nunca existió, más que en la broma. (Sherry Batasuna, se les bautizaba por los años de la transición). Ahora, también, se proclaman federalistas y no sé qué más. Por decir que no quede. Sólo falta que alguien les crea.

Aparecen también estos días nuevos y denodados esfuerzos del PP por arrinconar a los socialistas en los mudables territorios de la semántica, apropiándose sin el menor rubor de una expresión de la socialdemocracia avanzada: 'patriotismo constitucional'. Ya se sabe para qué: para, sacralizándola, impedir que nadie toque la carta magna, ahora que ellos la dominan. Así que el PSOE tiene que ensayar nuevas tentativas léxicas: republicanismo, federalismo..., con lo que retorna a sus verdaderas raíces, empujado por la rapiña de unos y otros. Miren por dónde, y qué bien. Pero raro será que no se las roben igualmente.

Todo este baile de palabras hunde sus ambigüedades en aquella época de la transición, cuando el descrédito de la España caciquil condujo a verdaderos adefesios. Nació así el de nacionalidad, como sinónimo devaluado de nación, cuando en rigor lingüístico no es más que su condición abstracta para usos teoréticos. La prueba de la violencia ejercida la daba el adjetivo, prácticamente imposible: nacionalitario. Así que proliferaron las naciones, se incrementó la polisemia de 'país', y la palabra España sencillamente desapareció, en aras de increíbles circunloquios. La izquierda no fue capaz de reivindicarla, ni siquiera apoyándose en Blas de Otero, en Machado o en Sánchez Albornoz. Y se la dejó a la derecha, para que siguiera manoseándola. Grave error. Ahora bien, ¿cuál sería la salida de emergencia, antes de que el PP se apodere de todas las calles de este carnaval? Un amigo mío, que tuvo la suerte de ser alumno de José María Maravall, padre, me cuenta que el profesor dejaba caer de vez en cuando en sus clases el concepto de 'españolismo de izquierda', no como doctrina, sino como concepto. Hoy casi parece un contrasentido, pero no era así en tiempos de la República. Párense un momento a pensar y recuerden, o averigüen, por qué causa lucharon y dejaron su vida tantos españoles, republicanos, socialistas y comunistas, en la guerra civil, aplastados por la horda fascista. Por su idea de España: republicana, democrática y laica. Aquella a la que se refiere Azaña en el prólogo de La velada de Benicarló: 'Os engañan quienes han dicho que España ha sido siempre una procesión de dalmáticas y armaduras'. Es la nación que nace a la modernidad en la Ilustración, en las Cortes de Cádiz, y que lleva directamente de Pablo de Olavide a Blanco White, a la Institución Libre de Enseñanza, a Joaquín Costa, a Machado, Azaña, Lorca, Alberti, Miguel Hernández... No se merece que la olvidemos, entre otras razones porque, bien mirado, somos más.

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