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El Tesoro británico prevé un crecimiento del 2,25% para el Reino Unido en 2001

El ministro sugiere que subirán los impuestos

El canciller del Exchequer (ministro británico del Tesoro) afirmó ayer que la economía británica crecerá este año el 2,25%, justo en el margen del 2,25% al 2,75% pronosticado la pasada primavera. Gordon Brown hizo este anuncio en la presentación del tradicional minipresupuesto de invierno. Salvadas con dignidad las cifras de crecimiento económico, el debate estuvo más marcado por el problema crónico de los servicios públicos que por las medidas económicas concretas. Brown insinuó que la mejora de los servicios públicos exigirá subidas de impuestos.

Aunque afectada también por el entorno exterior, la economía británica se comporta relativamente bien, y desde luego mejor que la de las demás potencias. El canciller del Exchequer pudo presumir a costa de las desgracias ajenas y recordó que EE UU está ahora mismo en recesión y crecerá un 1,1% este año, frente al 3,4% previsto; que el PIB japonés caerá un 0,9% en lugar de crecer el 2%, y el alemán aumentará sólo un 0,7% en lugar del 3%.

El año que viene la economía británica crecerá entre el 2% y el 2,5% y en 2003, entre el 2,75% y el 3,25%, pronosticó. Todo ello enmarcado por un presente brillante: el crecimiento más vigoroso del G-7, los tipos de interés más bajos en 40 años, la tasa de paro más baja desde los años 70 y, por primera vez en este siglo, por debajo de la tasa de Estados Unidos y Japón.

El tabú de los impuestos

Pero el futuro parece menos optimista. El problema de los servicios públicos es un permanente foco de tensión política que va a afectar también a las finanzas públicas. Brown no dijo por activa que vaya a subir los impuestos para aumentar la inversión en sanidad, transporte y educación, pero sí por pasiva al admitir que los británicos deberán hacer sacrificios durante años para solventar un problema que atribuyó a las herencias del pasado.

El canciller se centró en la sanidad y presentó un informe que concluye que una sanidad pública basada en los impuestos sigue siendo el sistema más adecuado para el Reino Unido. El Gobierno propone abrir un amplio debate nacional sobre la manera de costear la renovación de los servicios públicos, en lo que parece una manera de preparar a la opinión pública para aprobar en los presupuestos de 2002, en marzo, una subida de impuestos.

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