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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La caverna

Leo con silenciosa indignación en la edición de su periódico del 23 de noviembre de 2001, que los doctores Vives y Carbonell, proabortistas, han sido condenados a dos y un años, respectivamente, de prisión, y a cuatro y dos de inhabilitación, por un delito de aborto. Y me indigno porque considero, y afirmo, que este juicio ha sido un émulo de aquellos que se llevaban a cabo en tiempos del senador MacCarthy, en los Estados Unidos, contra todo sospechoso de simpatías comunistas. Un nuevo episodio de 'caza de brujas', y lo peor de todo no es que se haya producido, sino todo lo que lleva implícito, que no es poco.

Tal vez parto de una base equivocada, por no considerar el aborto un delito, sino un derecho. Un derecho inalienable de cualquier ciudadana, sea española o de cualquier parte del mundo, y un derecho por el que ya llevan pagado un alto precio en sangre, muertes y traumas varios y variados. Es traumático abortar, que quede claro, pero no más que traer al mundo un vástago no deseado. Y es incalificable la postura que los distintos gobiernos democráticos en este país han adoptado al respecto. Ni frío ni calor, por supuesto, no se sabe de ninguna ministra que se haya visto entre la espada y la pared, entre la mesa de operaciones y el futuro, negro en muchos casos, de un hijo no deseado. No se han visto en la necesidad de tener que autorizar el aborto, de ahí la deuda pendiente que un estado democrático arrastra con las mujeres desde hace más de dos lustros.

Los doctores Vives y Carbonell son las últimas víctimas públicas de esta deuda. Una deuda que nos arrastra de vuelta a la caverna, al espíritu retrógrado y antidemocrático que tanto se critica de puertas hacia fuera. Aquí, las mujeres no tienen que llevar burka, y eso es un alivio, pero en Holanda, no tienen que llevarla ni tampoco tienen que aguantar una legislación llena de residuos franquistas, tanto legales como físicos, y al que le pique será porque ajos come, que les prohíba, por la gracia que otorgan las mayorías absolutas, disfrutar de su derecho al aborto.

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