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El falso positivo de Llaneras

El contraanálisis negativo del campeón olímpico español pone en entredicho el método de detección de EPO, uno de los grandes avances de la lucha antidopaje

Carlos Arribas

La semana trajo una noticia muy buena para Joan Llaneras, pero muy mala para la lucha antidopaje. El ciclista mallorquín, el mejor pistard español de la historia (campeón olímpico de puntuación en Sydney 2000 y cinco veces campeón mundial entre puntuación y madison, entre otros títulos) se quitó de encima una terrible pesadilla cuando el contraanálisis de su orina contradijo el original, que le había declarado positivo por eritropoietina (EPO) durante el último Mundial. La lucha antidopaje se encontró de sopetón con que uno de sus mayores avances de la última década, el descubrimiento de un método que permitiera detectar en orina la presencia de la EPO exógena, corría el peligro de difuminarse en el aire.

No hay nada como un falso positivo para acabar con años de avance. Desoyendo la prudente sabiduría que reza que más valen 100 culpables en libertad que un inocente condenado, la Unión Ciclista Internacional (UCI), acuciada por el deseo de limpiar el deporte más ensuciado por las noticias de dopaje, se convirtió hace unos meses en la única federación que daba validez al método desarrolllado en París para detectar en orina la EPO, la droga más usada.

El problema es que el método, nuevo y aún en fase de mejora, no convence del todo a las demás federaciones. Tampoco al COI, que prefiere la vía prudente y no lo homologa completamente. El organismo olímpico admite el método francés, pero sólo si es acompañado de un análisis de sangre según un método australiano y si, además, el parámetro cualitativo (aparición de isofromas de la EPO exógena, la no fabricada por el organismo) alcanza un determinado nivel cuantitativo (tiene que detectarse como mínimo un 80% de isoformas básicas).

La UCI empezó su campaña anti-EPO en orina en abril con optimismo y eficacia. Los positivos se multiplicaron (11 ciclistas en los últimos siete meses) y, dicen los expertos, el consumo de EPO se redujo drásticamente en el pelotón. La EPO, la gran plaga de los años 90, parecía batirse en retirada. Ni siquiera algún paso en falso del sistema, como el positivo de la atleta rusa Olga Yegorova, que la IAAF no reconoció, hacía sospechar de la necesidad de redefinir el procedimiento. Hasta que el 30 de septiembre se sometió al control Llaneras, que poco antes se había proclamado subcampeón del mundo de madison haciendo pareja con Isaac Gálvez.

Un mes después comenzaron las filtraciones y al poco tiempo llegó la confirmación: en la orina de Llaneras habían hallado un 80% de isoformas básicas de EPO recombinante. Un positivo claro. El ciclista mallorquín, que se encontraba disputando los Seis Días de Grenoble, se retiró proclamando su inocencia. A la vez, se anunciaba otro no negativo por EPO en el Mundial de pista, el del perseguidor italiano Massimo Strazzer.

Ambos corredores tenían un mes para solicitar el contraanálisis, una medida habitualmente inútil: en un 100% de los casos conocidos el segundo análisis no hace sino confirmar el primero. El jueves pasado se conocieron los resultados de la segunda prueba. Después de dos días y medio de análisis en el laboratorio de Châtenay-Malabry, en París, a Strazzer le encontraron un 45% de isoformas y a Llaneras un 69%. Ambos resultados, diferentes al primer análisis; ambos, por debajo del umbral de positividad. Sus casos han sido, pues, archivados por sus respectivas federaciones.

El laboratorio parisiense había dado hasta el momento con cinco positivos por EPO. Uno correspondía a Yegorova, quien, pese a ello, pudo competir en los Campeonato del Mundo de Edmonton; otro, al ciclista sueco Axelsson, quien confesó después haber consumido EPO; el tercero es del español Del Olmo, durante el Tour, cuyo contraanálisis confirmó el primer resultado. Los otros dos, el de Strazzer y el de Llaneras, se han quedado a medias. Un 40% de error. Quizás más de lo que el ciclismo y la lucha antidopaje puedan soportar.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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