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COYUNTURA NACIONAL
Columna
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El precio del petróleo

Durante los dos últimos meses estamos observando un intenso deslizamiento a la baja del precio del petróleo, hasta situarse el tipo brent en torno a los 18 dólares por barril, siete menos que en el mes de septiembre. Como ocurre con otros mercados de materias primas, es difícil hacer predicciones a corto plazo, pero todo indica que los últimos movimientos se enmarcan en una coyuntura que puede consolidarse en los próximos meses.

La causa fundamental es la caída de la demanda como consecuencia del menor crecimiento de la economía internacional. La OPEP quiere contrarrestar este efecto llevando a cabo recortes de la producción, pero ello le va a ser sumamente difícil. Por un lado, y debido a los elevados precios y demanda imperantes desde mediados de 1999, los demás productores, algunos de ellos marginales, han incrementado su producción. Si la OPEP recorta ahora la suya sin que haga lo mismo el resto de productores, perdería cuota de mercado, lo que va en contra de sus intereses a medio y largo plazo. Por otro lado, los presupuestos de la mayoría de países exportadores son muy dependientes de los ingresos fiscales del petróleo. Con el fin de mantener estos ingresos, la caída del precio les lleva a aumentar su producción y ventas. Por todo ello, no parecen infundadas las predicciones de los expertos, que hablan ya de 15 dólares el barril o menos. Aunque se produjera una posterior recuperación en la segunda mitad de 2002, es difícil que la media anual del próximo año supere los 19 dólares, frente a 28,4 en 2000 y unos 24,3 en 2001.

El efecto riqueza de la caída del crudo puede cuantificarse en 0,3 puntos del PIB en 2001 y en 0,5 en 2002

Como sucedió en 1999 y 2000, los efectos de una variación tan fuerte del precio de la energía sobre la economía española serán importantes, en esta ocasión para bien. El más notorio para el gran público será el efecto directo sobre el IPC. Este efecto ya se está notando en el año actual, de forma que, si en 2000 los precios de los productos energéticos contribuyeron con casi un punto porcentual (pp) al aumento medio anual del IPC, en 2001 esta contribución será negativa del orden de 0,06 pp. Es decir, si el resto de los componentes del IPC hubiera mantenido su aportación igual a la del año anterior (cosa que no ha sucedido, pues la han aumentado notablemente), la inflación del año hubiera podido reducirse en un punto. En 2002, y bajo la hipótesis prudente de una cotización media anual del petróleo de 19 dólares el barril, los precios energéticos podrían restar 0,5 pp al IPC de forma directa y varias décimas más de forma indirecta, es decir, por la disminución de los costes de producción del resto de bienes y servicios.

Otro efecto, o el mismo pero visto desde otra óptica, es la ganancia de renta real de los españoles a través de la mejora de la relación real de intercambio con el exterior. Este efecto puede cuantificarse en 0,3 pp del PIB en 2001 y en 0,5 pp en 2002 (gráfico superior derecho), lo que permitiría recuperar dos terceras partes de lo perdido en 2000. En la actual coyuntura, ello puede ser para las familias y las empresas como el maná que cayó del cielo a los judíos en el desierto. Claro, que si este maná se lo queda el Gobierno subiendo los impuestos...

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorro Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).

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