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El parricida de Tuéjar mató a su mujer y a sus hijos con premeditación, según los expertos

La situación económica era para él insalvable y prefirió acabar con la vida de su familia

José Rubio, el hombre que mató a cuchilladas a su mujer y a sus tres hijos en la noche del pasado lunes, asumió la autoría de los hechos ante la juez asegurando que había consumido mucha cocaína y que la discusión con su esposa se originó por los problemas económicos que 'arrastraba' la familia. Según los psiquiatras y criminólogos consultados, el parricida podría sufrir un trastorno adaptativo con síntomas depresivos que combinado con el consumo de cocaína pueden ser psicótico. Ante una situación que amenazaba a su familia decidió premeditadamente quitarles la vida.

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José Rubio aseguró ante la magistrada, según su abogado de oficio -que ayer renunció al caso y ahora la defensa está en el turno de oficio de delitos graves-, que la noche de los hechos 'consumió mucha cocaína' y que tuvo una fuerte discusión con su mujer 'por la difícil situación económica que arrastraba la familia'. En Tuéjar, según los vecinos y conocidos del bar que frecuentaba, nadie notó en él ningún compartamiento extraño que se pudiera relacionar con el consumo de cocaína. Nadie sabía que tuviera problemas económicos en la empresa de materiales de construcción al por mayor en la que trabajaba como comerciante autónomo con otra persona.

¿Qué pasó por la cabeza de Pepe, El arenas ? Los expertos consultados, -tres psicólogos (de dos hospitales públicos) y tres criminalistas- coinciden en señalar que José Rubio, por lo que hasta ahora se sabe, no tuvo un arrebato sino que actuó con premeditación. Esa hipótesis se deduce de que nadie en su entorno más inmediato supiera de problemas en la pareja, de dificultades económicas de la empresa (de hecho no figura en el expediente de la misma incidencia alguna de subastas, demandas, hipotecas o deudas), de problemas con los hijos y de su actitud después del crimen. José Rubio ha estado, según fuentes hospitalarias y de la Guardia Civil, tranquilo, ha comido, ha dormido, no ha mostrado ninguna actitud extrema, ha mantenido la calma en sus traslados al juzgado, declaró ante la magistrada gesticulando lo justo para indicar dónde apuñaló a sus víctimas, leyó su declaración sin que le temblara el pulso y no consta que haya mostrado arrepentimiento. Esta situación, junto al consumo de cocaína, se ajusta a lo que el DSM4 (Diagnóstico de Salud Mental) define como trastorno adaptativo con síntomas depresivos que combinados con cocaína pueden ser psicóticos.

Uno de los psiquiatras consultados, experto en conductas adictivas, apuntó ayer que el consumo continuado de cocaína produce, entre otras cosas, una distorsión de la realidad. Si, tal como el propio José Rubio declaró, la familia, que no la empresa, arrastraba problemas económicos -que podían derivarse de un elevado consumo de droga- y los percibió como causante de graves consecuencias para su familia, buscó el momento para acabar con la situación segando la vida de su mujer y sus hijos e intentando hacer lo mismo con la suya. José Rubio, cuya pauta no responde a la del psicópata, conocía los efectos que la cocaína provocaba en él -fuerza y seguridad de las que carecía en otras circunstancias y que le hacían sentirse débil ante su mujer- y ya había decidido cómo poner fin a una situación. Desde su realidad, salvó a los suyos del desastre con su acción.

A medida que pasan las horas, se aproxima su desmoronamiento. Por eso, Pepe, El arenas no ha sido internado en una celda sino en el Hospital Penitenciario de Picassent. Según fuentes penitenciarias, un psiquiatra le visitó ayer, hizo su prescripción facultativa y mantendrá en observación al reo durante los próximos días.

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José Rubio no ha dado muestras de flaqueza, ningún signo de arrepentimiento. Los expertos consideran, y así lo afirma Ariel de Lucas, trabajador social con toxicómanos y población reclusa, que hasta que no pasen varios días no se harán visibles los signos de su toma de conciencia. Su tranquilidad, su serenidad, su rutina y aparente adaptación a la situación es fruto de su convencimiento de que la realidad que vive es cierta y que su acción ha sido la única posible. Si se demuestra el cuadro de trastorno adaptativo -su condición de consumidor de cocaína que provocó o incidió en dificultades económicas que afectaban a la seguridad de su familia- con síntomas depresivos, eso ya lo vive ahora. Será cuando se alejen las secuelas de la cocaína cuando visualice el parricidio, ante lo que hay gran riesgo de intento de suicidio y por lo que es estrechamente vigilado.

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