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Desde el Pacífico
Columna
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Cepheid: cómo detectar las amenazas bacteriológicas

SIEMPRE HAY UN SECTOR prometedor, lleno de futuro, en la región de la bahía de San Francisco. Incluso la guerra, que vino después del desplome del Nasdaq, supone oportunidades inesperadas para ciertas empresas. Un ejemplo es Cepheid (www.cepheid.com), una joven compañía de Sunnyvale que ha desarrollado un método para la detección rápida de los gérmenes usados en la guerra bacteriológica. Su caso es ejemplar, ya que se coloca en una de las posibles coyunturas de las tecnologías de la información y la biotecnología.

El principal problema en la detección de amenazas bacteriológicas es la lentitud. Tras capturar las células, es preciso realizar un cultivo en el laboratorio antes de proceder al análisis. Esto toma varios días, lo cual puede acarrear un elevado coste en vidas humanas.

El estudio del ADN de los agentes patógenos permite ganar tiempo, pero la dificultad estriba en que los métodos actuales de comparación del ADN de la célula requiere un gran número de operaciones para identificar la secuencia correcta.

Cepheid resolvió el problema en tres etapas: un producto químico (sequence detector) aísla la secuencia; la aplicación de la Polymerase Chain Reaction (PCR) enseguida saca copias múltiples del ADN de las moléculas bajo escrutinio; los ejemplares son comparados en paralelo con la base de datos.

'Estos análisis son únicos en su género, ya que son muy rápidos y portátiles', explica Kurt Petersen, jefe ejecutivo (COO) de Cepheid. 'También pueden detectar simultáneamente varias cepas de bacterias a partir de una misma muestra. Esto quiere decir que es posible probar varias hipótesis. Y nosotros somos los únicos que sabemos hacerlo en el sector'. Asimismo tienen la capacidad de elaborar un diagnóstico partiendo de un muestreo mínimo.

A los dirigentes de Cepheid les da pena cuando uno pregunta sobre su éxito. Pero la actual situación de guerra es una bendición para ellos, así como para un puñado de compañías tecnológicas dedicadas a la seguridad.

En los últimos años, la región de la bahía de San Francisco se ha impuesto como uno de los principales centros de investigación de la defensa contra amenazas bacteriológicas. Ocupa una posición particularmente favorable para los métodos que necesitan de la biotecnología y la electrónica.

En términos globales, la crisis del 11 de septiembre es más bien catastrófica para la Bay Area, por la sencilla razón de que se produjo tras varios meses de recesión local, del derrumbe de las puntocoms y de las dificultades experimentadas por las empresas informáticas. Ningún sector está del todo a salvo, y durante octubre, por ejemplo, dos de las empresas biotecnológicas de moda, Incyte Genomics (Palo Alto) y Onyx Pharmaceuticals (Richmond), despidieron al 30% de su personal. No obstante, los verdaderos gigantes del sector, Genentech y Chiron, ganan dinero y siguen contratando.

El fenómeno es notable e invita a tratar de entender por qué el optimismo sigue vivo en la región de la bahía de San Francisco. En conjunción con el saneamiento de las puntocoms, la variedad de empresas que compiten es de tal magnitud que, pase lo que pase, siempre habrá un sector que pueda aprovechar el momento y -ésta es la esperanza general- dirigir un nuevo despegue.

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