_
_
_
_
ASTROFÍSICA | Radioastronomía

Observada por primera vez la transformación de una estrella en una nebulosa planetaria

L as nebulosas planetarias no tienen nada que ver con planetas (aunque se llamen así porque a los antiguos astrónomos les parecían discos planetarios); en realidad son brillantes nubes de gas y polvo que forman las estrellas viejas al morir, si no son suficientemente grandes como para explotar en supernova. Esta fase terminal de muchos astros dura unos 100.000 años, y ahora un equipo de astrónomos hispano-mexicano ha presenciado la etapa inicial de formación de una nebulosa planetaria. 'Es la primera vez que alguien ha visto una estrella que está claramente sufriendo esta etapa de transformación', comenta una de las investigadoras, Yolanda Gómez, del Instituto de Astronomía de la Universidad Autónoma de México. 'Creemos que esta estrella empezó a entrar en su fase de nebulosa planetaria después de 1984'.

La clave del hallazgo es el agua, cuyas moléculas, pese a destruirse rápidamente en la nebulosa, han sido detectadas por este equipo científico cerca del núcleo estelar remanente.

Una nebulosa planetaria se forma cuando a un astro ya no le queda hidrógeno y helio que quemar, entonces se hincha, se convierte en una gigante roja y expulsa colosales cantidades de materia al espacio formandouna espectacular envoltura brillante alrededor del núcleo remanente de la estrella exhausta, que acaba convirtiéndose en una enana blanca.

'Se sabe que el agua y otras moléculas son abundantes en las envolturas de las gigantes [rojas]. Sin embargo, en la fase de nebulosa planetaria, la intensa radiación del núcleo estelar destruye progresivamente estas moléculas', explica otro de los autores de la investigación, Luis F. Miranda, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC). 'Ha sido una sorpresa encontrar agua en una nebulosa donde nadie se imaginaba que podía sobrevivir'.

Estos astrónomos han hecho las observaciones de la nebulosa en cuestión -denominada K3-35 y situada a 16.000 años luz de la Tierra- con el sistema de radiotelescopios VLA, estadounidense, y los resultados se publican en el último número de la revista Nature.

La segunda sorpresa para los científicos ha sido encontrar unas regiones de la nebulosa donde la emisión del agua está amplificada, formando unos enormes lóbulos que se extienden como chorros a partir del astro moribundo y cuyo origen, desconocido, puede tener que ver con campos magnéticos.

De las observaciones 'concluimos que existe un campo magnético en el disco de K3-35', señala otro de los investigadores, José María Torrelles, del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña. Este investigador español apunta: 'Si realmente el disco magnetizado es el origen de los chorros de gas en K3-35, se aclararía uno de los grandes enigmas de las nebulosas planetarias'.

Enanas marrones

Otro descubrimiento que aclara incógnitas celestes, aunque en otro ámbito, es el anunciado por un grupo italiano que, analizando los datos obtenidos con el ya apagado telescopio infrarrojo ISO, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), ha obtenido pruebas de que las enanas marrones se forman igual que las estrellas. La primera enana marrón se descubrió en 1995 y los astrofísicos conjeturaron que serían estrellas fallidas al no juntar suficiente masa como para encender en su interior el horno nuclear que la haría brillar. Poco a poco se han ido encontrando más cuerpos de estos y algunos tan pequeños que podrían ser clasificados como planetas gigantes, según unos astrónomos, pese a flotar en el espacio libremente en lugar de orbitar alrededor de un astro, como los planetas. En este caso, las interacciones gravitatorias del sistema al que pertenecerían los habría habría expulsado del mismo.

El debate sobre la naturaleza de las enanas marrones se inclina ahora a favor del origen estelar gracias al trabajo de Antonella Natta y Leonardo Testi, del Observatorio de Arcetri (Florencia, Italia), al descubrir que objetos con masa de al menos el 4% de la solar (o 40 masas de Júpiter) deben nacer como estrellas y no como planetas.

La diferencia está en que un planeta se forma a partir de un disco de gas y polvo y por tanto no debe observarse uno a su alrededor, como las estrellas. Los astrónomos italianos han detectado señales de tales discos en tres enanas marrones, discos idénticos a los observan alrededor de estrellas jovenes. Las tres enanas tienen pocos millones de años y están a 520 años luz de la Tierra.

Los científicos quieren seguir esta línea de trabajo con enanas marrones más pequeñas, pero tendrán que esperar a que entren en operación nuevos observatorios, como el Herschel de la ESA o el futuro telescopio espacial NGST.

Nebulosa planetaria K3-35 con sus lóbulos.
Nebulosa planetaria K3-35 con sus lóbulos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_