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La Universidad de Granada abre en África un centro contra el cólera

Javier Arroyo

'Granada, costa tropical' no es sólo un lema aplicable al turismo o a la producción de frutas más o menos exóticas en la costa granadina. Granada cuenta con un más que productivo laboratorio de investigación en medicina tropical, que dirigen Antonio Osuna y Carmen Mascaró, volcado en la mejora de las condiciones de vida de los países subdesarrollados. El próximo objetivo ha sido fijado en Mozambique, donde el laboratorio abrirá en meses un centro de prevención.

Será a principios de febrero cuando Osuna y algunos colaboradores viajen a Mozambique, en el sureste africano, con una doble finalidad pedagógica y social. En Ampula, una región escasamente desarrollada a 2.500 kilómetros al norte de la capital del país, Maputo, además de organizar un aula de docencia, pondrán en marcha un pequeño dispensario en el que se pueden salvar cientos de vidas en peligro por el cólera y otras enfermedades típicas de países del tercer mundo.

Antonio Osuna, que ya estuvo en Mozambique el año 2000 enseñando a profesionales de la medicina nativos, considera inherente a su dedicación esta doble labor investigadora y social, convencido de que, en la actualidad, enfermedad tropical es casi equivalente a enfermedad de países subdesarrollados. La Universidad de Granada dedicará a este proyecto mozambiqueño ocho millones de pesetas lo que, según Osuna, es una cantidad muy representativa en el escaso presupuesto sanitario mozambiqueño.

Para luchar contra las muertes por cólera y otras enfermedades gastrointestinales tan frecuentes en estos países no es menester una investigación de última generación. A juicio de Osuna lejía y ladrillos son suficientes. Lejía para potabilizar el agua y ladrillos para levantar un pequeño murete alrededor de los pozos de los que beben estas personas. Generalmente, sacan el agua de agujeros a ras del suelo, a escasos metros de donde vierten sus deshechos, con lo que la infección del agua es más que segura.

Ladrillos y lejía

Ladrillos y lejía podrían salvar muchas vidas en un país en el que la esperanza de vida para los hombres es de 37 años y para las mujeres 35,6. Un país de 19 millones de personas que, además, tiene 1,2 millones infectadas de sida.

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Quizá en esta labor social se pueda también enmarcar otro de los trabajos a los que el laboratorio granadino se ve obligado de cuando en cuando: Cada cierto tiempo llegan por Granada turistas, viajeros e inmigrantes que se encuentran mal de repente a su paso por Andalucía, o a su vuelta de algún país tropical, y a los que se les sospecha que pudieran tener alguna enfermedad foránea. En este sentido, Osuna reclama para Andalucía una unidad médica en algún hospital, en el que los enfermos puedan encontrar especialistas en esta materia, como los que ya existen en Madrid y Barcelona.

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