Disputas y argumentos
Desde su condición de traductor, don Gonzalo Fernández plantea una serie de precisiones a mi artículo Los mensajes de Bin Laden. Por desgracia, tales precisiones se ajustan más bien al molde comunitario conocido que en vez de elaborar argumentos alternativos acumula indicios tendentes a poner en duda la competencia del otro.
Primero, en la librería Avicena había tres personas cuando pregunté por una posible novedad sobre integrismo y me echaron las culpas -nos echaron las culpas- de las Torres Gemelas, la opresión saudí, etc. Y el que habló se dijo musulman. ¿Me engañó? Segundo, lo más importante. De forma displicente, el señor Fernández me recomienda 'ser muy riguroso con la lectura que uno hace' y afirma que mi interpretación del texto traducido por Vernet 'no hay argumentación posible entre nosotros y vosotros' es del todo errónea. Para ello no invalida la traducción de Vernetque sería lo lógico, sino que aduce otra: 'que no haya disputas entre nosotros y vosotros'. Disputar no es pegarse, sino discutir acaloradamente, lo cual encaja perfectamente con mi afirmación. Yo titulé el capítulo de uno de mis libros, relativo a la controversia doctrinal entre Las Casas y Sepúlveda, La disputa de la conquista. Por lo demás, el tratamiento asimétrico de las comunidades de las gentes del libro en el Corán contextualiza perfectamente la línea interpretativa propuesta. Y tercero, 'me extraña a estas alturas', escribe el señor Fernández, 'ese empeño en utilizar Alá en vez de Dios', pues 'Alá es tan sólo el nombre que dan a Dios los musulmanes'. Usted lo explica: llamo Alá al Dios de los musulmanes. Hay dioses, como Alá o Yahvé, entre otros, que al hablar de la especificidad de su religión merecen ser citados atendiendo a la denominación de origen.
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