'Va a ser difícil desmilitarizar Kabul'
Si hubiese llegado el Ramadán con los talibanes en el poder, la situación hubiera sido muy difícil para los países islámicos', asegura Françesc Vendrell, el vicerrepresentante especial del secretario general de la ONU para Afganistán. De sus palabras se desprende un cierto alivio porque la situación se mueva por fin, después de casi dos meses de estancamiento. Aun así, reconoce las dificultades que plantea la inesperada situación de tener a la Alianza del Norte en Kabul sin haber logrado establecer un recambio político al régimen talibán.
'Si una de las partes tiene el control de la mitad del país puede hacerse más difícil llegar a un acuerdo', admite Vendrell. Y este catalán internacional sabe de lo que habla después de más de dos años al frente de la Misión Especial de Naciones Unidas para Afganistán (UNSMA). Entre otras cosas, va a resultar complicado satisfacer las exigencias de algunos sectores afganos o de Pakistán respecto a la desmilitarización de la capital. 'Va a ser muy difícil sugerir una fuerza de paz para desmilitarizar Kabul porque ya está ahí la Alianza del Norte', afirma.
'El despliegue de 'cascos azules' supone que haya paz, que haya acuerdos y que estas fuerzas de paz no tengan que utilizar la fuerza'
'Naciones Unidas nunca ha tenido información de tipo militar, algo que compete en exclusiva a la coalición dirigida por Estados Unidos'
Vendrell recibe a EL PAÍS en vísperas de un nuevo viaje a Kabul, una ciudad que visitó por última vez el pasado 7 de septiembre. Muchas cosas han cambiado desde entonces.
Pregunta. ¿Preveían ustedes la entrada de la Alianza del Norte en Kabul?
Respuesta. No, no. Naciones Unidas nunca ha tenido información de tipo militar, algo que compete en exclusiva a la coalición dirigida por Estados Unidos. Como los planes de la coalición, en buena parte, han ayudado también a la Alianza del Norte, nos ha cogido por sorpresa. Personalmente, lo que sí me esperaba era un desmoronamiento de los talibanes, incluso antes de que empezaran los bombardeos, o si no, al cabo de poco tiempo. Después, cuando no se movía nada y pasaban las semanas, pensaba que Mazar-i-Sharif caería antes del Ramadán. Era tan sólo una intuición, no es que nadie me hubiera dicho nada. Lo que nunca creí es que después de Mazar las cosas fueran tan rápidas, sobre todo hasta la entrada de Kabul.
P. Y esa decisión de la Alianza del Norte de aprovechar la oportunidad y entrar, ¿no rompe el acuerdo que había alcanzado con el ex rey Zahir Shah bajo los auspicios de la ONU?
R. En realidad, no hubo tal acuerdo. Primero, se trataba de un acuerdo ad referendum, sobre todo por parte de la Alianza del Norte. Segundo, en Naciones Unidas, aunque lo aplaudimos, no estuvimos involucrados en su confección ni estuvimos ahí en el momento de su firma. No era un acuerdo patrocinado por la ONU. Sí, tal vez uno puede decir que rompe un poco el espíritu de lo que se había pensado en Roma. Pero como nunca ha sido ratificado por parte de la Alianza del Norte... Además, el acuerdo no incluía específicamente quién iba a tomar o quién no iba a tomar Kabul. Yo no diría que se ha roto el acuerdo. Ahora bien, cambian las cosas cuando una de las partes, como es el caso de la Alianza del Norte, consigue apoderarse de la mitad del país.
P. Entonces, ¿Pakistán no tiene motivos para sentirse traicionado por la comunidad internacional? Aunque no lo han dicho abiertamente, han reaccionado como si el resultado no fuera lo pactado.
R. Al menos Naciones Unidas no había pactado nada en ese sentido con Pakistán. Tampoco creo que Pakistán hubiera pactado nada . En la reunión del pasado domingo entre los presidentes dijeron que sería de esperar que no cayera Kabul en manos de la Alianza del Norte. Lo que no sé es hasta qué punto esta declaración de buenas intenciones por parte del presidente Bush se tradujo en algo específico en la práctica. De ahí a que Pakistán se sienta... la palabra traicionado me parece excesiva. Sin duda, para Pakistán es un momento difícil. No creo que les haya ayudado mucho que haya caído Kabul. Lo más importante ahora es saber cómo vamos a confeccionar este Consejo o Gobierno transitorio del que hemos hablado. Claro que cuando una de las partes tiene el control de la mitad del país puede hacerse más difícil llegar a un acuerdo. Pero no necesariamente.
P. De todas maneras, Afganistán se ha quedado en una situación un tanto extraña porque la Alianza del Norte tiene sus tropas en Kabul, pero no ha nombrado inmediatamente un Gobierno que sustituya a los talibanes...
R. Sí y no. Primero, me alegro de que la Alianza del Norte no haya nombrado un nuevo Gobierno, porque eso supondría que se considerarían un Gobierno, pero, por otra parte, ellos responderían a eso con que ya hay un Gobierno. Porque el Gobierno del Estado islámico de Afganistán, que es el Gobierno del profesor Burhanuddin Rabbani, continúa teniendo el reconocimiento de la comunidad internacional y sigue manteniendo relaciones diplomáticas con muchos países. Esto no quiere decir, a mi juicio, que sea un Gobierno legítimo. Lo que nosotros esperamos es poder, contando con la Alianza del Norte, llegar a algunos acuerdos en las próximas semanas para crear un Gobierno transitorio o una administración transitoria de amplia base política.
P. ¿No teme, pues, el riesgo de partición de Afganistán, dado que el país ha quedado dividido en la práctica por la mitad?
R. No. No veo este peligro porque creo que, primero, fuerzas aliadas a la Alianza del Norte ya están en Nimruz, al suroeste del país. Todo hace pensar que podría haber una sublevación o movimiento militar hasta en Kandahar y en las provincias del este del país. No creo que sea ése el peligro. Aparte de que los afganos no desean la partición. No digo que sea inconcebible. Las cosas cambian muy deprisa. Anteayer le hubiera dicho que tal vez sí, pero ahora creo que no porque noto que hay mucho alboroto en varias partes del Sur.
P. ¿Y eso es positivo?
R. Es positivo. Lo mejor es terminar con esto de una vez. Lo que quiero dejar claro es que la conquista militar por parte de quien sea no es un fundamento para después exigir tener el Gobierno, tener el poder. O sea, no es una base para legitimarse. Y éste puede ser el deseo de muchos afganos. Hasta el momento, la Alianza ha dicho que ellos quieren elecciones en un plazo determinado, y esperemos que sea así.
P. Pakistán ha pedido la desmilitarización de Kabul y la presencia de una fuerza internacional, sin embargo me dio la sensación de que Lakhdar Brahimi era contrario a desplegar fuerzas de mantenimiento de paz. ¿Trabajan ustedes en este sentido?
R. Bueno, aclaremos los conceptos. El despliegue de fuerzas de mantenimiento de paz, cascos azules, supone que haya paz, que haya acuerdos y que estas fuerzas de paz no tengan que utilizar la fuerza. Esto es lo que el secretario general, Lakhdar Brahimi, y yo mismo hemos descartado desde el principio. Al menos, por el momento. De lo que estamos hablando es de fuerzas de seguridad para Kabul. Tendría que ser una coalición de países autorizados por la ONU, pero que no serían cascos azules, para mantener el orden público. Claro, ésto antes de la caída de Kabul era más factible. Ahora que Kabul está en manos de la Alianza del Norte, todo va a depender. Si la Alianza del Norte tiene un comportamiento digno y la gente de Kabul no se siente amedrentada, si no hay ningún problema interno dentro de la Alianza, o entre la Alianza y los pastunes, no creo que sea necesario. Va a ser muy difícil sugerir una fuerza de paz para desmilitarizar la ciudad porque ya está ahí la Alianza del Norte. Ahora bien, si en el contexto se llegase a un acuerdo general o si hubiese un problema de orden público, bien por problemas internos de la Alianza o bien por problemas entre la Alianza y grupos pastunes, podría ofrecerse esa opción, pero de momento no lo veo muy previsible.
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