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Antonio Soler recrea la historia de un crimen en la Málaga de 1971 en 'El espiritista melancólico'

El escritor malagueño presentó anoche su última novela

Anoche se presentó en Málaga la quinta novela de uno de los autores españoles más originales y exigentes, Antonio Soler (Málaga 1956). El espiritista melancólico cuenta la investigación de la muerte de la bailarina de un club de alterne en la Málaga de 1971, en la que compiten la policía y un periodista. Esta historia sirve de pretexto para una reflexión sobre la vida, la muerte, la crueldad, el sexo, y el amor, que está siendo considerada la mejor obra del escritor malagueño, que fue Premio de Primavera en 1999 con su anterior novela, El nombre que ahora digo.

El espiritista melancólico debió ser el anterior libro de Soler. El autor ideó durante el año 1997 la trama del reencuentro en Málaga, 30 años después, de dos personas que habían vivido en Madrid durante la Guerra Civil. Pero se dio cuenta de que con los antecedentes de la guerra, tenía otra historia. Fue El nombre que ahora digo, premio de Primavera de 1999, los amores de un soldado republicano de 20 años y de una mujer casada de 35 en el Madrid sitiado.

La novela imaginada y no escrita en 1997 'se ha ido engrandeciendo con la demora; hay personajes no contemplados, una estructura distinta y el encuentro entre los dos amantes 30 años después se ha convertido en una excusa; estas personas no vuelven a revivir el pasado', dice Soler. Ahora se cuenta la investigación del crimen de la bailarina de un club de alterne, en la que intervienen la policía y el periodista Gustavo Sintora, el antiguo republicano de El nombre que ahora digo.

Se trata de una fábula sobre la iniciación a la vida, la muerte, el sexo y el amor. La Mariona, la prostituta asesinada, es hija de Serena Vergara, el amor madrileño de Sintora. El periodista reconoce a su antigua amante, vieja y derrotada, llorando a su hija, pero ni le advierte de su identidad. En esta historia, el soldado se encuentra también con sus antiguos enemigos de guerra, convertidos en mafiosos de prostíbulo.

Ésta no es una novela negra, ni espiritista, ni erótica. Soler ha sido difícil de encasillar desde sus comienzos, pero con esta obra ha trascendido cualquier género. Hay un asesinato que se investiga, los recuerdos de un niño, una crónica familiar, con un padre (el suyo) que va a morir, el despertar de la sexualidad, todo como coartada para hacer una indagación sobre la vida. El espiritista es el propio autor -la novela empieza diciendo 'Ahora soy yo'-, que narra la historia en primera y en tercera persona, con los recuerdos de las vivencias de un muchacho de 13 años y los paisajes malagueños de la época, ya desaparecidos.

El escritor admite que puede hablarse de su obra como una saga, aunque cada novela tiene vida propia. La nueva historia de Soler transcurre en la primavera de 1971, en el barrio malagueño de Gamarra, en el que vivió el autor. 'Esta muy cerca de la realidad, pero no es una novela autobiográfica, entre otras cosas porque se hace ficción incluso con las memorias, Caballero Bonald dice que quien recuerda miente'.

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El espiritista fue escrita entre enero y mayo de este año, casi del tirón, a un ritmo homogéneo, mientras que el anterior tuvo una gestación más compulsiva. Está muy poco corregida. Su compleja estructura le impidió al autor por primera vez cerrar el esqueleto argumental en un guión previo. Los críticos la consideran la mejor novela de Soler.

Éste, muy aficionado al cine, dice que se le ocurren antes las imágenes que las ideas, aunque su técnica de construcción no tiene nada que ver con la de los guionistas. En todo caso, admite que la máxima influencia artística de su última novela es la película La delgada línea roja del estadounidense Terrence Malick. De hecho, Soler recoge una cita del director en el inicio del libro.

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