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Columna
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Viene crisis, preparemos la respuesta

El Fórum Global sobre el Empleo, organizado por la Organización Internacional del Trabajo, ha situado en 1.000 millones los empleos necesarios en el mundo. Sólo así se podrá hablar de un mundo decente, sin pobreza, donde la seguridad y la libertad sean bienes compartidos como derechos básicos de ciudadanía. Los expertos de la llamada 'economía global' reconocen que el proceso neoliberal de integración económica ha fracasado. Sus resultados sólo han producido mayor concentración de riqueza en pocas manos y mayor pobreza y exclusión en el mundo. Este modelo entraba en crisis sincrónicamente en el mundo desarrollado a causa de la falta de seguridad laboral en la nueva economía y del proceso generalizado de modificación del empleo, en los sectores de la industria y los servicios, debido al cambio permanente de los procesos de producción y las consiguientes dificultades de adaptación para muchas personas. Los hechos descritos se han agravado desde el punto de vista político después del ataque terrorista del 11 de septiembre, de la guerra de Afganistán y de la amenaza del ántrax o de guerra biológica.

Una actitud europea favorable al desarrollo en el mundo es clave para la civilidad contra la barbarie

La inseguridad, la incertidumbre y la vulnerabilidad son actualmente la base de la creciente falta de confianza en la ciudadanía, y esto lleva a la economía a retraerse, a entrar en crisis: se sabe lo que se pierde y no adónde se va. La red social de protección ha sido cercenada en los últimos decenios por las políticas neoliberales y, por tanto, ha disminuido la confianza de las personas en hacer el tránsito empleo-desempleo-empleo de forma ordenada. La pérdida de empleo en este marco y que, al mismo tiempo, el mundo esté en guerra produce en las personas una mezcla de nuevos fanatismos y la búsqueda de un necesario enemigo exterior, y ahí es donde parecen querer dirigirnos los integristas.

Pero hay otras opciones posibles a las coartadas bélicas de los integristas del terrorismo o de la guerra como respuesta. Las personas conscientes ven la necesidad de responder con soluciones a las auténticas fuentes del problema, que no es la globalización, la integración mundial per se, como se nos pretende hacer ver por el integrismo de unos o de otros, sino la forma de aplicarla, en favor de unos y en contra de muchos. La ONU y la OIT hoy están llamando con más fuerza que nunca a la construcción de una nueva gobernación del mundo donde la liberalización del comercio, los mecanismos de financiación mundiales y el desarrollo tecnológico tengan una sola finalidad: la creación de empleo para todos como la mejor política social, la mas efectiva y eficiente de las posibles.

Cataluña, España y Europa deben desempeñar ahí un papel claro, y para ello es necesario que se abandone una espera acrítica, neoliberal, favorecedora de los egoísmos de muy pocos, y se reaccione con claridad en defensa de una mayor protección social de los ciudadanos como elemento imprescindible para conseguir una actitud favorable de la ciudadanía al cambio económico en un sentido de progreso. Una actitud europea favorable al desarrollo en el mundo es clave para la civilidad contra la barbarie. Sólo con la creación de más riqueza, y eso es posible con empleo para todos, se puede conseguir la única garantía de paz, de seguridad y de libertad como único entorno posible para la existencia de la dignidad humana.

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