Invasión enemiga
En los tiempos actuales, parece cada vez más como si Madrid hubiese caído bajo alguna invasión enemiga.
Mientras que el régimen de zanjas y obras por tantísimos sitios nos da una dura imagen de estar en guerra o sometidos a persistentes bombardeos. Y no faltando las obras no verdaderamente necesarias ni justificadas o que podían haber sido de menos envergadura y menos perturbadoras. Y a lo que sucede le dan un giro de invasión por alienígenas, por monstruosos seres de otros mundos, esas avasalladoras divisiones de tanques y tanquetas antiambientales, con su horrendo aspecto de pesadilla y con su pesado ruido, sus pestilentes vaharadas de gasóleo quemado y sus agresivas luces enceguecedoras, cuyos diabólicos artefactos nos salen al paso en número cada vez mayor por calzadas, paseos y aceras e, incluso, privando del uso de éstas a los viandantes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.