La 'samfaina' catalana

Jordi Pujol debió de sentirse ayer reconfortado. Sus habituales llamamientos a la integración de los inmigrantes en Cataluña no han caído en saco roto. En el Instituto de Secundaria Joan Coromines, del barrio barcelonés de Hostafranchs, el presidente de la Generalitat descubrió que su Cataluña ideal existe. Del total de los 468 alumnos de este centro, 60 son de etnia gitana y 137 proceden de 25 países diferentes, en una convivencia que Pujol calificó de ejemplar. Algunos de ellos le recibieron interpretando Els Segadors -obligatorio en las clases de música-, en medio de un desfile de banderas catalanas y murales laudatorios del Molt Honorable presidente de la Generalitat. Sólo un pequeño percance empañó tan complaciente visita: Jordi Pujol se sentó sobre una mesa recién pintada.

Con la llegada de los inmigrantes, 'Cataluña no debe convertirse en 20 países, sino seguir siendo uno, como hace 1.000 años', afirmó ayer el presidente durante su visita al instituto, al que elogió como 'modelo de integración' y ejemplo de cómo se debe 'hacer país'. 'Cataluña no debe ser una samfaina donde la gente no se entiende y cada uno está en su rincón', advirtió Pujol ante un centenar de profesores, padres de alumnos y estudiantes. 'Aquí demostráis que lo difícil' -la integración en las escuelas y en la sociedad- 'se puede hacer, y que lo más importante para conseguirlo es la formación'. 'El bon mestre sota un pi fa escola', recordó un Pujol que presumió de intuición: 'Enseguida huelo quién es un buen maestro y quién no'.

En menos de una hora, el presidente recorrió una decena de aulas, en las que adolescentes armenios, ecuatorianos, marroquíes y colombianos estudiaban música, técnicas de laboratorio o catalán. Los alumnos respondieron a las preguntas del presidente sobre su llegada a Cataluña y su procedencia. 'Así que eres de Cali, que está en el valle de Cauca, ¿no?'; 'tu ciudad en Georgia está cerca de Chechenia, ¿verdad?' Pujol, políglota y viajero, demostró una vez más sus conocimientos en geografía.

El instituto Joan Coromines recibe visitas de toda Cataluña para conocer el secreto de su modelo educativo. 'No hay duda de que este colegio es singular, que significa que damos lo que no dan los demás', explicó pedagógicamente Agustí Rubio, antiguo alumno del centro y actual jefe de estudios. 'Educamos de forma diferente, porque aquí a los alumnos se les presta mucha atención, reciben un trato normal, con todas las bromas y las broncas que eso significa', reflexiona.

Una de las concluyentes iniciativas para lograr una correcta integración es que los alumnos de bachillerato cursan una asignatura optativa que consiste en dar clases de apoyo a los recién llegados. Los mayores enseñan a los más jóvenes, algunos de los cuales apenas conocen otro idioma aparte del de su país de procedencia. 'Catalán , castellano o mates, lo que cuenta es que se conocen entre ellos y desarrollan una confianza mutua', añade Rubio.