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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

España, pasiones mundiales

Hay dos momentos en la historia del siglo XX en los que España ha tenido un especial protagonismo. El segundo fue la transición a la democracia: nuestro país fue en este momento la primera nación importante que inició un rumbo que luego pudieron, hasta cierto punto, imitar otros países iberoamericanos y europeos. Pero la ocasión que todavía sigue siendo considerada como más decisiva fue la guerra civil española y ello por razones que derivan del peculiar momento que estaba viviendo el mundo. Nuestro conflicto fratricida no presagió la utilización de estrategias o de armamento de la Segunda Guerra Mundial; tampoco se puede decir que fuera el único y directo antecedente de la destrucción de las relaciones internacionales mundiales que tuvo como consecuencia el estallido de esa conflagración. Pero, al mismo tiempo, no cabe la menor duda de que España se convirtió en el verdadero campo de batalla de las pasiones intelectuales, políticas y personales del conjunto del mundo. Un viajero extranjero, Franz Borkenau, describió lo sucedido en el título de un libro The Spanish Cockpit (El reñidero español).

EL REÑIDERO DE EUROPA

Enrique Moradiellos Península. Barcelona, 2001 302 páginas. 2.700 pesetas

Precisamente este título ha

sido utilizado por el autor de este libro para parafrasearlo en El reñidero de Europa. Enrique Moradiellos es un joven historiador que ya ha hecho aportaciones muy importantes a la política exterior de la guerra civil española, en especial acerca de la política británica en torno a ella. Es justo, por tanto, pensar que a una persona como él debía recurrir cualquier editorial que deseara editar un buen libro sobre la materia. Y esto hay que recordarlo porque, por desgracia, algunas de las más importantes editoriales españolas persisten en un error que no sólo contribuye a estragar el criterio en materia de publicación de obras de historia, sino que ni siquiera les produce satisfacciones económicas. Hay que alabar, por tanto, la inteligencia con que ha actuado Península, que lleva ya tiempo proporcionando al lector buenos libros de esta materia sin perderse por los caminos del escándalo fácil aliado a la insolvencia.

Moradiellos ha sido capaz de escribir un libro que, por un lado, está muy al día de la bibliografía hasta el momento aparecida y, por otro, tiene importantes pinceladas de originalidad. Son ya muchos los libros publicados sobre el particular; recientemente las novedades proceden mucho más de autores españoles que extranjeros. Pero Moradiellos no sólo se basa en ellos, sino que bucea en archivos públicos ofreciendo perspectivas nuevas en determinadas materias de importancia. Utiliza para ello, sobre todo, las fuentes británicas, particularmente interesantes, pues no en vano la diplomacia de este país era la de mayor calidad en aquel periodo.

En muchas de las cuestiones más controvertidas de la historia contemporánea española existe ya a estas alturas un considerable consenso entre los historiadores que discrepan, quizá, en los matices pero no en lo esencial. Moradiellos llega a la conclusión de que sin la ayuda exterior Franco hubiera sido incapaz de ganar y sin el embargo al comercio de armas la República no habría sufrido una derrota militar sin paliativos. Eso es cierto, como lo es también que la guerra civil, sin ser el antecedente por excelencia de la Segunda Guerra Mundial, contribuyó a configurar el Eje, a paralizar a Francia y a Gran Bretaña y a alejarlas de la URSS. Pero creo que Moradiellos debiera hacer mención con mayor amplitud de otra realidad: fue la revolución caótica en las filas de la izquierda quien jugó un papel decisivo en que las democracias no actuaran de una forma más contundente y decidida con vistas al conflicto para lograr a través de la mediación su neutralización.

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