Hasta siempre, José Mari
No hay objeto sino sujeto. No existe objetivo sino la persona, y además inmensa, una suerte de colores combinados de distinta forma en cada individuo, haciendo de cada cual una riqueza insustituible, sin precio pero de un valor incalculable. Anteayer nos mataron una alegría, nos volvieron a amputar un trozo de vida y de sonrisa, de esas que José Maria Lidón repartía con tal abundancia.
Hoy seguimos llorando a quien el fascismo más protervo e ignominioso quiso ayer arrebatarnoslo. Pero no pueden marchitar la humanidad que emanaba de sus poros, su disposición natural a agarrarnos por el brazo cada vez que nos encontrábamos con él en cualquier rincón, preguntando con humor e interés por los pequeños detalles que ni yo mismo recordaba haberle comentado.
De Jose Mari nos queda todo, su risa atronando los claustros, sus saludos cómplices, ese 'mañana no estoy, pero el lunes te llamo', y llamaba. Siempre sabía procesar el lado más positivo de las cosas y el más amable de las personas. Creía en el hombre, en la vertiente más humana de la persona, comprometiéndose con el débil, con el toxicómano que le expresa su intención de abandonar la droga. Nos queda todo eso de él y lo debemos guardar; su ausente presencia pasea triste y cariñosamente por los pasillos de esta Universidad.
Un abrazo muy apretado para toda su familia, que tuvieron el honor de disfrutar íntimamente de tan bella persona.
