España centra en la cultura la política exterior hacia el Extremo Oriente y crea una Casa de Asia en Barcelona
España ha introducido una 'ligera corrección' en la estructura del Plan Asia, presentado el 18 de octubre del pasado año para desarrollar las relaciones con ese continente, según reconoce el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Miquel Nadal, en vísperas de la constitución de la Casa de Asia, que tendrá lugar hoy en Barcelona. La novedad consiste en un desplazamiento del eje de acción marcado por el plan desde lo económico a lo cultural, aunque sin renunciar al objetivo fundamental de ampliar los intereses económicos españoles en la zona.
'Al final, nuestra gran barrera en Asia es la falta de conocimiento. Si quieres tener más presencia económica, no se trata sólo de que el Icex [Instituto de Comercio Exterior] haga nuevos acuerdos o de que se creen nuevas estructuras de cooperación. Lo más importante es invertir en conocimiento, tener cinco o seis mil personas que hablen chino, que se casen con chinos, que vivan allí. Frente a esta gran barrera, invirtiendo poco se puede tener gran rendimiento', dice Nadal.
La escasa dotación es el principal lastre del plan presentado hace un año como nueva insignia de la acción exterior de España. Sus objetivos siguen hoy lejos de estar cumplidos. Es difícil contrastar con datos algún tipo de avance de la penetración comercial española en una zona que, pese a concentrar más del 50% de la población humana y producir cerca del 25% del producto interior bruto mundial, apenas genera el 3% de la balanza española.
También la realización de los objetivos concretos del plan, que son pocos y modestos, resulta precaria. En el bienio 2001-2002, se plantea abrir una nueva embajada en Singapur, pero el proyecto sigue en el aire porque será necesario inaugurar delegaciones en algunos de los países del Este que ingresarán en 2004 en la Unión Europea. Nadal afirma que la embajada en Singapur será realidad en 2002, pese a esa competencia. Tampoco se han abierto todavía las nuevas sedes del Instituto Cervantes en Pekín y Tokio, previstas para el mismo bienio. La segunda tiene incluso ya un solar cedido por el Gobierno japonés, pero ambas encuentran dificultades burocráticas.
Oficina en Vietnam
Sí se han cumplido, en cambio, los objetivos de abrir una nueva Oficina Técnica de Cooperación (OTC), en Vietnam, y una nueva Oficina de Información en Pekín. Otro campo en el que se ha avanzado es en el intercambio de visitas. Tanto el ministro de Economía, Rodrigo Rato, como el de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, han incrementado significativamente sus viajes a Asia con respecto al bienio precedente, aunque ha sido Nadal quien más se ha movido por el Extremo Oriente. Del mismo modo, ha aumentado los viajes a Madrid de dirigentes asiáticos.
El Rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno, José María Aznar, llevan, sin embargo, un importante retraso en el cumplimiento de los objetivos de viaje previstos. El plan dice que, en el bienio 2001-2002, entre ambos tendrían que visitar de cinco a diez países asiáticos y, a fecha de hoy, no han estado en ninguno.
Miquel Nadal destaca la importancia difusa que puede tener en el entramado de las relaciones hispano-asiáticas un 'instrumento permanente dedicado a fomentar el conocimiento' como la Casa de Asia. El nuevo instituto arranca con un presupuesto anual de 500 millones de pesetas, algo superior a la de Casa de América, el único otro organismo de este género, que, al cabo de una década de actividad, cuenta con un importante patrocinio privado. Exteriores aportará 300 millones y el resto a partes iguales la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, que cede además la sede: un edificio modernista en el Ensanche.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.