La guerra sucia marca las elecciones a la alcaldía de Nueva York
Lucha encarnizada entre Green y Bloomberg por los indecisos
Tenía que haber sido una campaña histórica y ha acabado siendo una guerra sucia entre contendientes mediocres. Las elecciones a la alcaldía de Nueva York, que se celebraron ayer, no mostraron lo mejor de sus dos candidatos: el demócrata Mark Green y el republicano Michael Bloomberg, que lucharon hasta el último minuto por desmarcarse del empate técnico de los últimos sondeos. Los neoyorquinos hubieran preferido votar por su actual alcalde, Rudolph Giuliani, que agotará a finales de año su segundo y último mandato.
El ganador deberá enfrentarse a la colosal tarea de reconstruir una ciudad traumatizada y superar la imagen divinizada de su predecesor. Una caricatura del New York Post ilustraba ayer perfectamente el tono de los últimos días de campaña: una pareja contemplaba a los dos candidatos encharcados en fango con la siguiente duda: 'Los dos son tan maravillosos que no sé por quién decidirme'. Lo que por ambas partes empezó con un llamamiento a la unidad se transformó, por el empate en las encuestas, en una guerra sucia que indignó a los neoyorquinos. De ahí el alto número de indecisos, el 15%, hasta el último momento.
En una ciudad donde cuatro de cada cinco votantes es demócrata, Green parecía encaminarse hacia una fácil victoria. Hace dos semanas tenía 16 puntos de ventaja sobre Bloomberg. Pero disensiones en el seno del Partido Demócrata y la aplastante maquinaria republicana fueron cambiando las cifras. A esto se sumó el apoyo, tardío, tímido pero crucial, de Giuliani al candidato conservador. Fue cuando la lucha se volvió encarnizada: Bloomberg invadió la televisión con anuncios en los que Green criticaba al alcalde el tabú de estas elecciones. Green respondió aireando una querella por acoso sexual que una antigua empleada de Bloomberg presentó en 1997.
Green, de 56 años, desempeña desde 1994 el cargo de defensor del contribuyente (public advocate), un intermediario entre el cuidadano y el Ayuntamiento. Es un político de tendencia liberal que ha matizado su discurso a lo largo de la campaña. Fue durante 20 años colaborador de Ralph Nader, paladín de los consumidores norteamericanos, y en 1984 participó en la fallida campaña presidencial de Gary Hart. Consiguió la designación demócrata por muy escaso margen frente al presidente del distrito del Bronx, Fernando Ferrer. Esto alimentó las disensiones entre los demócratas: Ferrer, figura clave en la comunidad hispana, y el líder negro Al Sharpton se negaron a apoyar a Green.
Bloomberg, de 59 años, es conocido por su agencia de información financiera, su colosal fortuna (estimada en 4.000 millones de dólares) y porque en algún momento salió con la cantante Diana Ross. Se ha gastado el récord de 50 millones de dólares (casi 10.000 millones de pesetas) de su bolsillo en su campaña, comparados con los 11 de Green. Hace un año, Bloomberg era un ferviente demócrata, pero, vistas las posibilidades de nominación, se pasó al campo conservador. Su partido le apoyó con la boca pequeña: ni el presidente George Bush ni nadie en el Gobierno vinieron a echarle una mano.
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