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La Fundación de Ciencia y Tecnología nace con 800 millones de dotación

Aznar pone hoy en marcha la institución con funciones modestas

La Fundación de Ciencia y Tecnología (FCT), cuya creación fue anunciada en febrero por el presidente del Gobierno como un nuevo instrumento de apoyo a la investigación científica, empezará hoy formalmente su andadura en un acto presidido por el propio José María Aznar. La institución la dirigirá Arturo García Arroyo, hasta ahora alto funcionario científico de la Comisión Europea.

El anuncio de la puesta en marcha de la FCT (que el año que viene contará con 800 millones de pesetas, según el borrador de los Presupuestos Generales del Estado de 2002), levantó en su día expectativas que el largo tiempo transcurrido y la falta de información han ido diluyendo.

En su haber, los defensores de la iniciativa señalan las 'francas ventajas' que un mecanismo de este tipo, liberado de las ataduras de los organismos oficiales, ofrece para recaudar fondos para investigación y distribuirlos de forma mucho más flexible. Del mismo modo, aseguran, se abre la puerta a la contratación de investigadores de acuerdo a las exigencias del mercado, algo imposible desde el sector público, y a la entrada de capital privado al sistema español de ciencia y tecnología.

A todos estos objetivos, que recuerdan parcialmente a los que rigen en las grandes fundaciones norteamericanas, Ramón Marimón, Secretario de Estado de Política Científica, añadía en abril, la posibilidad de consolidar los mecanismos de evaluación de proyectos de investigación y, sobre todo, 'empezar a tratar de forma sistemática su seguimiento'.

Difusión y cooperación

En los borradores de trabajo de la FCT los objetivos iniciales son máls modestos. se especifica que la fundación ésta va a participar en la 'organización de encuentros y actividades de difusión', objetivo que se traducirá en 2002 a través del Programa Nacional de Difusión, actualmente en gestación y para el que se ha asignado una partida de 300 millones de pesetas; en la 'elaboración de informes, estudios y análisis' y en la 'cooperación con entidades nacionales e internacionales'.

Estas dos últimas actividades se concretarán, muy probablemente, en la creación de un comité de seguimiento internacional de proyectos y de otro paralelo a la actual Agencia de Evaluación y Prospectiva (ANEP), a la que complementaría en determinadas funciones. Del mismo modo, se prevé la creación de un comité de ética.

Para estas actuaciones está previsto un presupuesto en 2002 de unos 500 millones de pesetas, consignados en los presupuestos generales del Estado, que se suman a los 300 anteriores.

Desde sectores críticos, en especial desde el PSOE, se argumenta que los beneficios potenciales de la FCT dependerán en buena medida de su nivel de representatividad, de los recursos que logre atraer y de la 'transparencia en la gestión' del nuevo instrumento. En opinión del diputado socialista Jaime Lissavetzky, la FCT nace 'lastrada' por el 'exiguo' capital acumulado hasta la fecha (unos 200 millones para 2001 y otros 800 para 2002) y por el hecho de que en su patronato figuran sobre todo representantes oficiales. Para Lissavetzky es una 'duplicación innecesaria', de difícil control parlamentario, de estructuras para cumplimentar actuaciones que 'corresponden' al Ministerio de Ciencia y Tecnología.

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