_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Estoy entre los elegidos

Dicen que lo dijo, pero yo no me lo creo. ¿Cómo iba a decir eso? Que no, que no me lo creo. Es que la prensa exagera mucho, ya se sabe, pero esta vez se han pasado. Mira que afirmar que el presidente Zaplana dijo que estaba entre los elegidos, que cosa más absurda. Parece ser que se refería a su nombramiento como presidente del congreso nacional del PP. Bueno, pues es igual, no puede ser. ¿Y si lo dijo? ¡Dios mío, que miedo!

No pudo ser así, y si lo hizo seguro que fue un rasgo de ese humor tan mediterráneo que a veces le caracteriza y que asoma con frecuencia en sus discursos y declaraciones. Porque sentirse elegido resulta peligroso y puede ser el primer paso de algo peor, mucho peor. Siento escalofríos al pensar que los representantes que elegimos se crean realmente entre los elegidos, en lugar de sentirse eso, simplemente representantes. Imagínense por un momento que el rector de la Universidad, el presidente de la comunidad de vecinos o el candidato de la oposición se sientan auténticamente entre los elegidos. Ya sé que eso explicaría muchas de las cosas que ocurren a nuestro alrededor, pero no seamos cínicos, hay que reconocer que sería una de las peores pesadillas que podemos sufrir.

El segundo paso, después de sentirse elegido, casi siempre es pensar que se tiene una misión que cumplir. Y entonces es el momento de apartarse, porque todos los que tienen una misión que cumplir se vuelven insoportables, son peligrosos y hasta capaces de cualquier cosa. Y yo no me creo eso de ninguno de nuestros representantes y menos de él. Claro que la otra posibilidad tampoco es agradable porque los elegidos y los misionarios, cuando no son peligrosos, pueden terminar con la mano derecha apoyada entre los botones de la chaqueta, la izquierda en la espalda protegiéndose los riñones y en la cabeza un sombrero de papel. Y tampoco es eso, no es el caso, es desmedido, no nos lo creemos, al margen de que seamos adversarios o simpatizantes.

En definitiva, que no lo pudo decir. Aunque también puede ser que yo esté exagerando las cosas, sacándolas de quicio y dándoles más importancia de la que realmente tienen. Tengo que moderarme y frenar esta fantasía, que tampoco es para tanto lo que cuentan que dijo. Busco 'elegido' en el primer diccionario que tengo a mano, porque los diccionarios y las academias siempre tranquilizan la mala conciencia, dicho sea sin segundas intenciones. La única acepción que encuentro para 'elegido' dice: 'predestinado, escogido por Dios para lograr la gloria'. Que horror, me lo estaba temiendo, tengo que comprar más diccionarios.

En cualquier caso, la culpa de todo la tienen estos congresos que en lugar de convenciones políticas parece que organizan belenes. El pastorcito aquí, el soldado romano allá, el Rey Mago acullá. Al final, la gente se siente manipulada y entonces pasa lo que pasa, por compensación se creen entre los elegidos y poco después predestinados. De todas formas y al margen de razonamientos, no me creo que lo dijera. Porque todos sabemos que los elegidos están más allá de esas cosas, miran hacia el futuro y no se entretienen en estas pequeñeces. O sea, que no.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_