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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE.

La energía de una ciudad

El Ayuntamiento de Sevilla ultima una ordenanza para frenar el derroche energético

Todos los años la ciudad de Sevilla consume la energía equivalente a 763.000 toneladas de petróleo (tep) o, lo que es lo mismo, el combustible que transportan tres petroleros de gran tamaño. Para poder abastecer esta demanda es necesario emplear, en forma de energía primaria, 1.661.500 tep, ya que una cantidad importante (cerca de 400.000 tep) se pierde en los sistemas de transporte y distribución. Si estas cantidades se expresan en términos monetarios, hablamos de una ciudad que gasta anualmente alrededor de 90.000 millones de pesetas en energía, lo que supone unas 130.000 pesetas por habitante.

Solo una cantidad ridícula de esta energía (el 1,7%) procede de fuentes renovables, sobre todo paneles solares térmicos de los que se emplean para producir agua caliente. Un 6,3% llega a la ciudad en forma de electricidad, y el 70% restante se obtiene del petróleo y sus derivados.

Sin grandes esfuerzos, ni restricciones que limitaran la calidad de vida, un porcentaje importante de este volumen de energía podría ahorrarse, lo que supondría un alivio para la economía de la ciudad y sus habitantes, un uso más racional de recursos naturales y una notable reducción en las emisiones de gases contaminantes.

La Agencia Local de la Energía de Sevilla (ALES), adscrita al Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento, ha cuantificado este ahorro. La mejora en el diseño de los edificios de nueva construcción, y en aquellos otros que se sometieran a obras de rehabilitación, podría reducir el consumo energético de las viviendas en un 30%.

La incorporación de luminarias y sistemas de gestión más eficientes en el alumbrado público supondría un decremento del 35%. Y en lo que se refiere al tráfico rodado, el empleo de unidades de transporte público de última generación combinado con una adecuada organización en el tránsito de vehículos recortaría en un 30% la factura global de combustible.

En el horizonte de 2010, el gobierno local se ha fijado el objetivo de reducir la dependencia energética de la ciudad, disminuyendo el consumo cerca del 30% e incrementando el uso de fuentes renovables hasta alcanzar un 12% (siete veces más de lo que ahora contribuyen a la oferta energética). Una meta que sólo es viable aplicando normas que regulen esta materia en la ciudad, algo que muy pocas urbes españolas hacen.

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Tras de un largo proceso de elaboración impulsado por la ALES, y en el que han participado más de una veintena de instituciones y colectivos de la ciudad, la Ordenanza para la Gestión Local de la Energía en Sevilla está a punto de aprobarse. A diferencia de instrumentos similares aplicados en otras ciudades como Barcelona (donde sólo se regula el uso de sistemas de energía solar), la ordenanza sevillana integra una completa batería de medidas que incluyen no sólo el uso de fuentes de energía renovables sino los criterios generales de ahorro y eficiencia, la calificación energética de edificios o la coordinación con las políticas de medio ambiente, urbanismo, patrimonio municipal, alumbrado público y transporte.

El Ayuntamiento someterá a todos sus edificios e instalaciones a una auditoria energética, de manera que pueda ajustarse su consumo y se incorporen, de forma paulatina, sistemas de energía solar. De esta manera la factura por este concepto podría reducirse un 10% y un ahorro estimado en 150 millones de pesetas al año.

La energía solar térmica para la producción de agua caliente será de uso obligado en todos los edificios nuevos y en aquellos que se sometan a rehabilitación, aplicándose los paneles de tal manera que no provoquen impacto visual. Asimismo, los edificios nuevos o rehabilitados deberán someterse a una calificación energética y, a partir de ella, obtener una certificación oficial, documento que informa de las características energéticas del inmueble y las puntúa en una escala del 0 al 10. Sólo disfrutarán de licencia municipal aquellas construcciones que obtengan al menos siete puntos en esta certificación.

La nueva norma dota de soporte legal al Plan Energético de Sevilla, en donde se incluyen todas las actuaciones previstas por la ALES, en las que se habrán invertido, a lo largo de este año, 65 millones de pesetas.

Certificado de ahorro

Quizá la disposición más novedosa, y de mayor trascendencia, incluida en la ordenanza sea la que obliga a contar con documentos de calificación y certificación energética en los edificios de nueva construcción y en aquellos otros que se sometan a obras de rehabilitación. Éste es un procedimiento que, por encargo del Gobierno, ha desarrollado, para su aplicación en todo el país, el Grupo de Termotecnia de la Escuela Superior de Ingenieros de Sevilla. Se trata de cumplir con las exigencias de una directiva comunitaria que persigue reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera (principal gas responsable del efecto invernadero). El procedimiento se apoya en un programa informático que realiza todos los cálculos. El arquitecto, o el técnico en quien delegue, introduce en el programa una serie de datos que conoce de antemano, puesto que forman parte del proyecto de edificación, y que tienen que ver tanto con la 'epidermis' del inmueble (muros, aislamientos, marcos de ventanas o tipo de acristalamiento, entre otros) como con los sistemas que consumen energía para producir agua caliente o atender las necesidades de calefacción y refrigeración. Finalmente, el programa calcula el consumo de energía y lo expresa en cantidad de dióxido de carbono emitido y, a partir de esos datos, le otorga una valoración a la vivienda en una escala que puede llegar hasta los diez puntos. Esta herramienta permite simular los efectos que tendrían diferentes mejoras o modificaciones en el proyecto de edificación. Si una vivienda no ha obtenido una buena calificación, el arquitecto puede volver al programa y empezar a introducir mejoras en el diseño de la obra y comprobar que incidencia tienen en el consumo energético.

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