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COYUNTURA INTERNACIONAL
Columna
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BCE: prudencia y presiones

La mayoría de analistas y los mercados esperan que el Banco Central Europeo reduzca los tipos dentro de dos semanas. Si no lo ha hecho ya, se piensa, ha sido por reafirmar su independencia frente a las fuertes presiones políticas que ha recibido al respecto. El margen de actuación de la política fiscal en la UEM es limitado, ya que la desaceleración de la actividad va a situar el déficit público de los principales países europeos por encima del 2% del PIB, y medidas discrecionales pueden poner en riesgo la credibilidad del Pacto de Estabilidad. Por esta razón, todas las miradas se dirigen al BCE, al que se está acusando de actuar con lentitud. Unas críticas que, sin embargo, parecen excesivas.

A pesar de la desaceleración económica en la UEM, no han desaparecido los riesgos sobre el objetivo de estabilidad de precios

En las últimas semanas se han sucedido las revisiones a la baja en el crecimiento de la UEM, de forma que, actualmente, la mayoría de las previsiones se sitúan en torno al 1,5% para 2001 y 2002. La reducción de las expectativas de demanda, tanto interna como externa, está provocando un importante ajuste de la inversión en la zona. Un proceso que tiene visos de continuar, dado el deterioro de las expectativas empresariales en algunos países miembros. Por otra parte, los datos preliminares de octubre confirman la moderación de la inflación en la UEM, moderación que ya adelantaba el propio BCE, y que se apoya en la favorable evolución de los precios energéticos. Se espera que en la primavera de 2002 la inflación se sitúe por debajo del techo del BCE del 2%.

Sin embargo, el comportamiento de la inflación subyacente, que continúa por encima del 2%, recomienda mantener cierta cautela respecto a la evolución de los precios a medio plazo. Además, aún se desconoce el posible impacto sobre los precios del canje al euro. De hecho, dadas las perspectivas de inflación y actividad en la UEM, ninguna regla monetaria basada en el comportamiento histórico de los países miembros aconsejaría un recorte de tipos en las circunstancias actuales. Las condiciones monetarias están ya muy relajadas, con tipos de interés reales en mínimos de los últimos 20 años y un tipo de cambio efectivo del euro muy depreciado. Y aunque el importante ajuste de las bolsas europeas introduce cierta restricción financiera en la UEM, su efecto es limitado debido el reducido peso de los activos bursátiles en la economía del área.

Por tanto, existen motivos macroeconómicos, y no sólo tácticos, que justifican una actitud prudente del BCE. Los problemas de la UEM, además, no son únicamente de demanda. También adolece de problemas estructurales que no se solucionan con bajadas de tipos, sino con reformas que los Gobiernos europeos parecen reticentes a adoptar.

Elena Nieto es economista del Servicio de Estudios del BBVA.

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