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Reportaje:

Laicismo perverso

Duran Lleida asegura que tan nocivo es el fundamentalismo como la doctrina que nació de la Ilustración

Francesc Valls

Después de más de 40 años de nacionalcatolicismo, con la democracia irrumpió la competencia religiosa. El antiguo monopolio confesional que forjaba fe católica a golpe de decreto cedió paso a la diversidad de creencias, reconocidas como derecho individual e inalienable. Llegó la laicidad y puso paz. Pero en sus inicios, opinó anoche el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, hubo perversiones y excesos. Y ahí fue donde el dirigente democristiano cargó contra uno de los hijos más preciados de la Ilustración y la Revolución francesa: 'El laicismo es como el fundamentalismo religioso: son patologías intolerantes que tienen en común la beligerancia y la exclusión frente a las opiniones o creencias de los otros. Son dos caras de la misma moneda y son síntomas de una sociedad enferma'. 'Por el contrario, agregó, 'la laicidad bien entendida -es decir, la que permite vivir libremente las creencias sin imposiciones políticas en ningún sentido, disfrutando siempre del correspondiente respeto-, esta laicidad se convierte en un valor propio de los países pluralistas y democráticos como Cataluña'.

Y si a 'finales de los setenta y ochenta, cualquier cosa que oliera a religión se debía esconder'ahora reina una situación de calma democrática, una vez pasados los peores años de las relaciones entre una Iglesia católica que perdía la exclusiva religiosa y un Estado que debía imponer el derecho de la laicidad. Por eso, Duran propugnó anoche en Barcelona su reflexión: un pacto para el respeto a las religiones.

'En todo aquello que afecta a la vida pública y a la actuación social de las confesiones, sería una novedad acordar un pacto para el respeto religioso, que debería vincular a las instituciones [Generalitat y ayuntamientos] para fijar un marco de derechos y deberes en todo lo que implica el ejercicio de la libertad religiosa', afirmó el líder de Unió. Y precisamente desde el máximo respeto a las confesiones instaladas en Cataluña, el dirigente democristiano propugnó que la Generalitat introduzca una asignatura que explique la cultura y la historia de las religiones. Duran dijo que la propuesta no es nueva ni debe etiquetarse de conservadora, pues Tony Blair, en el Reino Unido, y Lionel Jospin, en Francia, se han hecho eco de esta necesidad social. Sin conocer el pósito religioso, resulta muy difícil entender e interpretar las manifestaciones de la cultura occidental.

Pero el democristiano pasó de puntillas por un hecho que preocupa en ambientes ciudadanos y que en los últimos meses ha sido de rabiosa actualidad: ¿es posible tener una asignatura de religión católica pagada con fondos públicos y en la que la jerarquía eclesiástica decida quién es óptimo profesor? La destitución de varios profesores de religión por parte de obispados por considerar que no se ajustaban a su visión de idoneidad pone en entredicho la capacidad de diálogo y tolerancia de jerarcas eclesiásticos e incluso ha llevado a algunos dirigentes de CiU a plantearse si son pertinentemente constitucionales unos acuerdos suscritos entre el Estado español y la Santa Sede en 1979. Duran cree que ese modelo debe continuar como está. 'No podemos confundir la asignatura de religión con la religión, ni tampoco con la catequesis, que en la enseñanza pública no sería posible. Con eso quiero decir que, sin cuestionar la asignatura de religión, creo que estaría bien intentar profundizar, mediante nuestras competencias autonómicas en enseñanza, en un nuevo concepto pedagógico de la docencia de las religiones, más centrado en la diversidad, en el diálogo interreligioso, en la cultura y en la historia de las religiones, y que no tendría por qué ser incompatible con el modelo actual; hablo, pues, de complementariedad, no de sustitución', agregó el líder democristiano. El objetivo es loable: lograr entendimiento entre las distintas confesiones que conviven en Cataluña. Facilitar y contribuir a la convivencia y a la normalización de la pluralidad religiosa.

Desde el reino de la laicidad hay disposición a dar ese paso, a no demonizar al otro. Desde el mundo eclesial es necesario que cunda el espíritu ecuménico sobre el clientelar para que, por ejemplo, no suceda que el centro multirreligioso Abraham de Barcelona pase a ser, como así ha sido, la parroquia Patriarca Abraham.

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