Estereotipos musulmanes

Existen muchos perjudicados por la actual situación de crisis; sin embargo, no todos saldrán reflejados en los medios de comunicación. Sin querer parecer trivial, considero que el ciudadano medio será uno de tantos.

En relación con la recepción de la información, cualquier persona que lea la prensa, oiga la radio o vea la televisión se encuentra en una posición de fragilidad e indefensión respecto a la información recibida.

Esto ocurre así por dos razones: la primera es que, desde hace años, la información se ha transformado en desinformación, en el sentido que continuamente se está proporcionando una gran cantidad de datos, pero sin ninguna explicación pausada de los fenómenos subyacentes que sostienen y explican esos datos; la segunda razón es que la información que nos llega es filtrada, seleccionada, transformada y preparada por unas muy pocas agencias que sospechosa e inquietantemente dan un único punto de vista, sin un mínimo atisbo de disensión o crítica.

Como consecuencia inmediata de esto, entre otras tantas, se produce la formación de unos estereotipos, en este caso sobre el mundo musulmán, que permanecerán fuertemente enraizados en nuestra concepción de la realidad.

La posibilidad de desmantelar estos modelos conceptuales respecto a otras culturas y otros pueblos sólo puede producirse sobre la base del conocimiento, primero, de que estamos siendo manipulados, y en segundo lugar, sobre la base de una reflexión tranquila y esforzada; sin embargo, ninguno de estos dos factores se dan en la actualidad ni existe esperanza de que se produzcan.

El problema de la formación de estos estereotipos es que son la base que posteriormente justifica la adopción de determinadas decisiones políticas, que serán más sencillas de tomar si previamente la ciudadanía ha sido aleccionada paciente y persistentemente, sin que ella misma se perciba.

Frente a esto podemos permanecer al margen, pero es indudable que la quietud tendrá consecuencias, y no precisamente positivas.