Autodefensa en 13 lecciones
Un servicio jurídico de Málaga organiza un curso de artes marciales para víctimas de delitos
Parece una clase más de artes marciales. Pero no lo es. La mayoría de los alumnos llevan el miedo metido en el cuerpo porque han sido víctimas de algún delito violento y algunos hasta temen salir a la calle. Así que los ejercicios no sirven sólo para que aprendan técnicas de autodefensa, sino también para que recuperen confianza y seguridad en sí mismos.
La mayoría de los participantes son mujeres. Muchas han sufrido malos tratos y no están dispuestas a dejar que se repita; aunque también hay víctimas de robos y de otros delitos violentos. El objetivo del curso organizado por el Servicio de Asistencia a Víctimas de Andalucía (SAVA) no es enseñar a los alumnos a atacar, sino sólo a repeler una agresión, proteger su integridad física y huir.
Carmen, una de las alumnas, lo tiene claro: 'Yo espero no tener que poner nunca en práctica lo que aprenda, pero servir, seguro que me servirá'. Esta mujer padeció malos tratos durante siete años y dice que nunca se atrevió a reaccionar. Ahora el curso, además de enseñarle técnicas de defensa le está ayudando a recuperar su autoestima: 'En apenas dos clases, te hacen sentir que eres una persona, no un pelele'. Dice la frase, se descalza y se mete al tatami. Unos 20 alumnos practica llaves, patadas y caídas bajo las exigentes instrucciones de un monitor. A los pocos minutos, todos están agitados.
Muy cerca de donde Carmen y una amiga practican el ejercicio indicado, Marta y María hacen lo propio. No han sido víctimas de ningún delito, pero son lo que se llaman, trabajadores de riesgo. Empleadas en centros de acogida, se apuntaron a la actividad para estar preparadas ante una eventual agresión y aprender técnicas que puedan transmitir a las mujeres alojadas en estos centros. A Marta el curso se le antoja algo corto: 13 lecciones que empezaron el martes pasado y acabarán el 27 de noviembre. 'Aunque lo importante es que el SAVA ya haya puesto en marcha una actividad de este tipo', añade.
El curso funciona casi como un grupo de autoayuda. También incluye enseñanzas teóricas para disuadir a un agresor, disminuir el riesgo de sufrir una agresión y conocer los límites legales de la autodefensa. Según el psicólogo, Miguel Ángel Román, estas charlas contribuyen a que las víctimas pierdan la sensación de vulnerabilidad que tienen y el temor a que se repita el ataque.
María Victoria Rosas, coordinadora del SAVA, sigue con atención la clase práctica y comenta que el sólo hecho de que se hayan apuntado ya es todo un avance: 'Llegan al servicio con una pérdida tan absoluta de confianza que verlos así es una satisfacción'. Los gritos que dan al lanzar las patadas delatan que van perdiendo inhibiciones. Aunque algunos mantienen su actitud comprensiblemente esquiva y prefieren no dar detalles sobre episodios de su vida que quieren olvidar.
Las razones, en cifras
La iniciativa del SAVA de impartir cursos de artes marciales para personas que han sido víctimas de delitos se basa en la experiencia recogida a lo largo de dos años de trabajo. Según las estadísticas del servicio, el 41% de los hechos denunciados fueron casos de violencia doméstica y un 20%, de violaciones, abusos sexuales o acoso. Pero hay más datos que justifican la puesta en marcha de este proyecto: ocho de cada 10 víctimas eran mujeres, ya que de las 431 personas que acudieron al SAVA en busca de ayuda, sólo 88 eran hombres. Según la memoria del servicio, este dato obedece a que, en primer lugar, la mujer sigue asumiendo el papel de resolver conflictos familiares y, en segundo término, al elevado índice de delitos de que es objeto, como malos tratos, impago de pensiones, abandono de familia y otros contra la libertad sexual. Hay más cifras que dan razón al curso. Casi en la mitad de los casos (44%) el autor de los hechos era la pareja o la ex pareja de quien sufría el delito y en un 17%, otro familiar. Tras dos años viendo este panorama, los responsables del SAVA optaron por esta experiencia piloto a la que pueden apuntarse tanto mujeres como hombres y que no sólo está destinada a víctimas de delitos, sino también a trabajadores sociales, personal de casas de acogida y a otras personas en situación de riesgo que tienen que estar preparadas para una eventual agresión. Las clases -que son gratuitas para todos los inscritos- se imparten dos veces por semana en un gimnasio de la capital. El SAVA es un proyecto del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología. Los servicios de Sevilla y Málaga fueron los primeros de la comunidad. Tienen una experiencia de algo más de dos años. Después le siguieron los de Granada y Córdoba. En el resto de Andalucía, su apertura es inminente, según informó María Victoria Rosas, la coordinadora del SAVA en Málaga. El funcionamiento del servicio es posible gracias a un convenio a tres bandas entre la universidad de cada provincia, la Consejería de Justicia y las entidades financieras que corren con los gastos.
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