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Gobierno con separación de bienes

Los codazos en la recta final del mandato municipal amenazan la precaria calma que vive el Ayuntamiento de Sevilla

Desde junio de 1999 todo viene sucediendo más o menos conforme a un esquema prefijado. Los resultados de las elecciones municipales forjaron un inesperado gobierno en el Ayuntamiento de Sevilla con la coalición entre PA y PSOE. Ni los andalucistas esperaban perder tantos votos y que la ex alcaldesa popular Soledad Becerril prefiriese pasar a la oposición antes que volver a ceder Urbanismo a Rojas Marcos, ni los socialistas podían imaginar que la alcaldía le cayese del cielo a su candidato, Alfredo Sánchez Monteseirín, aunque fuera costa de ceder casi la mitad del poder municipal, incluído Urbanismo, a un PA en franco retroceso.

Aquel pacto ha condicionado la vida política del Ayuntamiento de Sevilla. Los roces entre los socios de gobierno han ido sembrando de obstáculos la gestión diaria de la ciudad. Al comienzo del mandato, esas diferencias entre PSOE y PA compartían protagonismo con las deserciones que, tras la pérdida de la alcaldía, fue sufriendo el grupo municipal popular, del que salieron varios de los pesos pesados del anterior gobierno, empezando por Becerril.

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Una ciudad con algunos problemas

Una vez asentado Jaime Raynaud como portavoz del PP, socialistas y andalucistas quedaron a solas para llamar la atención de la opinión pública con sus rencillas y su forma de gestionar, de espaldas a su respectivo socio. Los problemas se agrandaron para el PSOE durante el pasado curso cuando salieron a la luz sus propias disensiones internas, provocadas por el descontento del portavoz adjunto, Carmelo Gómez, que, respaldado por parte de la ejecutiva provincial, aspiraba a representar un papel aún más importante en el gobierno de la ciudad.

Aparente clima de calma

Ante el asombro y la preocupación con que los andalucistas asistieron al desarrollo de la crisis, ésta no encontró solución hasta mediados de julio, con un cambio en la portavocía, que ahora ocupa Evangelina Naranjo, y con una redistribución de competencias entre los concejales del PSOE. Tras el verano, el Consistorio vive un aparente clima de calma, que permite apreciar las prioridades en la gestión municipal de cada una de las partes del gobierno local.

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Los andalucistas andan a vueltas con un cambio de orientación en su política urbanística, dirigida por Rafael Carmona, a la que quieren aplicar un giro social que disipe el recuerdo de los pelotazos económicos que provocaron las masivas recalificaciones de terrenos de mandatos anteriores. El instrumento para el cambio es la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), en manos de un técnico de fama progresista: Manuel González Fustegueras. El proyecto estrella, la expropiación para usos públicos de la dehesa de Tablada, una superficie cuatro veces más grande que el casco histórico de Sevilla.

El PSOE de las pequeñas cosas está volcado en las actuaciones en los barrios, y en la gestión de asuntos como la limpieza urbana, el tráfico o la seguridad ciudadana. El de las grandes cosas, encabezado por Sánchez Monteseirín, avanza un poco desorientado en el diseño de la Sevilla del futuro, mediante la elaboración del Plan Estratégico Sevilla 2010 y la reclamación al Gobierno central y a la Junta de Andalucía de un nuevo ciclo inversor, pues se dan por amortizadas las infraestructuras construidas en la ciudad con motivo de la Expo 92.

El difícil equilibrio alcanzado, que da frágil estabilidad a la vida política sevillana, corre el riesgo de romperse de nuevo durante el curso recién comenzado. Pese a que aún quedan casi dos años para volver a las urnas, la carrera electoral, que nunca pareció terminar, se reactiva.

La lucha por las candidaturas empieza dentro de cada partido. El PP aplica la serenidad alcanzada en el grupo tras la llegada a la jefatura de Raynaud. Ante la falta de mejores candidatos, y visto el buen resultado que da el actual portavoz, su opción parece la más sólida para la candidatura popular al Ayuntamiento.

Las miradas de los andalucistas parecen recaer cada vez más sobre el diputado nacional, José Núñez, para encabezar su candidatura. Su éxito dependerá de que el PA devuelva al ex consejero a la actualidad sevillana. En el PSOE, y pese a los críticos francotiradores, las opciones de Monteseirín de repetir como cabeza de lista son casi indiscutibles. Las diferentes aspiraciones electorales de los socios en el gobierno municipal harán que cada cual empiece a diferenciar su gestión de la de su par. Y una vez más, según el guión de este mandato, el frágil pacto entre socialistas y andalucistas podría resquebrajarse.

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