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Reportaje:

La moción más anunciada

El socialista Maragall protagoniza hoy la segunda censura a Pujol en 21 años de Gobierno de CiU

Francesc Valls

Hoy se inicia en el Parlamento catalán el debate de la moción de censura más anunciada. Pasqual Maragall ya advirtió de sus intenciones al respecto pocos días después de las autonómicas del 19 de octubre 1999, que dieron más diputados a CiU pero más votos al PSC. Los convergentes lo tomaron como una rabieta. En enero, aprovechando el cambio de Gobierno y el nombramiento de Artur Mas como conseller en cap, el líder socialista catalán puso en marcha la cuenta atrás, con el argumento de que el Ejecutivo de Pujol estaba paralizado y atrapado por su alianza con el PP.

Desde las filas convergentes la moción se tomó como una maragallada, es decir, como una iniciativa más hija de una extravagancia personal que de la estrategia política. Sin embargo, a medida que pasaban los días, la inquietud ha crecido en CiU. Aunque la moción está matemáticamente perdida para los socialistas, en la práctica supone una fotografía de familia -otra más- de los nacionalistas catalanes con el PP, al que deben encomendarse aritmética y políticamente para salvar los muebles.

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El debate de política general, celebrado los pasados 3 y 4 de octubre en el Parlamento catalán, supuso una especie de primera vuelta que concluirá ahora con la moción de censura, la segunda insurreción parlamentaria en 21 años de Gobiernos pujolistas. En 1982, los comunistas del PSUC presentaron la primera moción. Pero la situación era muy distinta. El Partit Socialista Unificat de Catalunya hace 19 años se hallaba sumido en una profunda crisis interna que prácticamente le hizo desaparecer del mapa político, mientras que ahora Maragall, de no torcerse las previsiones comunmente aceptadas, es el más que probable sucesor de Pujol.

Con la vista puesta en el futuro, a los socialistas no les preocupa que el resultado de la moción que ahora sustancian esté cantado. Se dan por satisfechos con el impacto político que la iniciativa abre a dos años vista de las próximas elecciones autonómicas. Así las cosas, la moción obtendrá el apoyo del PSC, que sumará sus 50 diputados a los cinco de Iniciativa per Catalunya-Verds; Esquerra Republicana se abstendrá (12 diputados); mientras que CiU (56) y PP (12) juntarán fuerzas. Cada partido prepara su estrategia de cara a las sesiones que se inician hoy y concluirán, probablemente, el viernes.

- CiU. Convergència i Unió vela sus armas con discreción. Sus dirigentes se niegan a desvelar su estrategia respecto a quién va a contestar el discurso de Maragall. El reglamento es tan laxo que el Gobierno puede intervenir cuando lo considere oportuno. Artur Mas, el delfín de Pujol, va a situarse en el eje del ataque convergente, en su bautismo de fuego parlamentario. El contundente Josep Antoni Duran Lleida -líder de Unió, socio democristiano de CDC- podría actuar como portavoz de CiU. Pero este extremo parecía estar ayer en el aire. El Gobierno ha paralizado prácticamente su actividad política a la espera de que concluya esta moción inicialmente minimizada por los nacionalistas. Tras ella deberá aclararse un eterno dilema de esta legislatura: cómo mantener la alianza de CiU con el PP e intentar progresivamente buscar el apoyo de una Esquerra Republicana. Con ello CiU lavaría la imagen ante sus bases más nacionalistas.

- PSC. Maragall ha conseguido vencer las reticencias que en su propio partido existían respecto a la moción de censura. Quienes hasta hace unos meses criticaban como escasamente realista la vía tomada por su líder, ven ahora en la moción una oportunidad política y comprueban que el nerviosismo de CiU es superior al esperado. Los socialistas son conscientes de que la moción constructiva blinda al Gobierno, pero les da la posibilidad de plantear su programa 'como si mandasen', un terreno en el que Maragall se mueve más cómodamente que en el toma y daca parlamentario donde ha tenido más de un fiasco.

- PP. Los populares catalanes actúan como fieles aliados de CiU. Han votado la investidura de Pujol y todas las leyes presupuestarias. Siempre han evitado la creación de comisiones de investigación y aunque las discrepancias con los nacionalistas crezcan con la ley de déficit cero, la de cooperación autonómica o la reforma de la negociación colectiva, desde la dirección nacional del PP en la calle de Génova tienen claro que un avance socialista en Cataluña supondría una peligrosa cabeza de puente en el asalto del PSOE a La Moncloa.

- ERC. Esquerra es la eterna novia deseada por CiU. Los republicanos propusieron en el pasado debate de política general un frente de todos los partidos de tradición catalanista (CiU, PSC, IC-V y ERC) para aislar al PP. CiU pretende pactar con dos muletas: ora el PP, ora ERC. Los republicanos, de momento, se dejan querer. La solución, también después de la moción de censura.

- IC-V. Iniciativa-Verds, heredera del PSUC, ha sido la única formación que ha dado su apoyo a la moción socialista. Los ecosocialistas dan su sí a Maragall a cambio de que se comprometa a convocar elecciones anticipadas si gana la censura.

Jordi Pujol y Pasqual Maragall (detrás), durante un debate.
Jordi Pujol y Pasqual Maragall (detrás), durante un debate.MARCEL.LÍ SÁENZ

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