Una poética de la violencia
Lees tres o cuatro páginas de Ojos Azules y te das cuenta de que has atravesado el espejo, estás al otro lado, en un mundo de locura fascinante e imprevisible, donde pasa todo y no pasa nada. Un mundo en el que no hay reglas ni normas, en el que los policías son diferentes a cualquier otro de ficción que imaginemos, no se guían por criterios profesionales, sólo por fidelidad; un mundo donde los criminales más duros son encantadores. Un mundo sin patrones ni referencias.
Jerome Charyn (Nueva York, 1937) aplica esquemas de novela experimental al género negro, aunque sería mejor decir que escribe novela experimental con situaciones y personajes negros. Sin linealidad ni progresión argumental, sin preocupación por la intriga o el suspense, logra que todo estalle en cada página.
OJOS AZULES
Jerome Charyn Traducción de Pablo Álvarez RBA. Barcelona, 2001 222 páginas. 2.500 pesetas
Ojos Azules es la primera novela de la serie dedicada al policía judío neoyorquino Isaac Sidel, aunque el verdadero protagonista de este libro es Manfred Coen, Ojos Azules. Es un tipo maravilloso y atípico, que lleva la pistola en una bolsa y que lo que mejor hace es jugar al pimpón. Ojos Azules se ve envuelto en una guerra a muerte entre Sidel, su protector, una especie de ángel exterminador, y los Guzmann, marranos (judíos conversos), procedentes de Perú, carteristas, timadores, atracadores, que se meten en el negocio de la trata de blancas, grandes amigos suyos, su familia casi. En esta batalla sin cuartel, Sidel propicia que maten a Ojos Azules. ¿Por qué lo permite? La experimentación de Charyn llega al punto de que en la segunda novela, Marilyn la indómita, recupera a Ojos Azules en una etapa anterior y que dará la clave de las extrañas relaciones entre Sidel y Coen. Si esta novela es muy recomendable, también lo son las otras de la serie. RBA ha anunciado que editará las tres siguientes. Ojalá funcionen y publique las seis restantes, en las que podremos ver cómo Sidel llega a presidente de Estados Unidos.
Ojos Azules da las claves de la obra de Charyn. Personajes desclasados, desarraigados. Por ejemplo, Arnold el Hispano, un puertorriqueño negro con una pierna de madera; Chino Reyes, un chino cubano negro que se oculta tras un pelucón rojo; Vander Child, un mecenas de Broadway que se gana la vida con la pornografía; su hija Caroline, secuestrada por los Guzmann; su sobrina que enamora tanto a hombres como a mujeres, y los Guzmann, que no tienen desperdicio. El policía es el mejor de todos, un hombre que utiliza los más disparatados disfraces capaz de ser policía y matón a sueldo al mismo tiempo...
Con ellos crea Charyn una sólida poética de la violencia. La trata como rasgo esencial de nuestra cultura y lo hace con lirismo, con profunda ternura, con un humor negro agridulce, con escepticismo. Charyn utiliza las palabras justas como disparos, domina el argot del Bronx y lo mezcla con el de todas las etnias que desfilan por el libro, con muchas dosis de español.
Charyn se inclina por el lado oscuro de la vida y considera la literatura como un medio para cambiar el orden natural de las cosas. En esta novela lo ha conseguido y las que vendrán serán aún mejores.
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