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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Uno de los grandes del cine moderno

Edward Yang, uno de los hombres de cine más competentes que existen, nació hace medio siglo en Shanghai y ahora vive en la China insular. Hay, además de maestría absoluta, dinamita oculta en el apacible celuloide de las películas de este clásico del cine moderno, que en el festival de Cannes de 2000 alcanzó entre aclamaciones -con tres horas de cine perfecto, largo tiempo exquisito, que vuela sobre la piel de la pantalla como un suspiro- el premio al mejor director por su portentoso trabajo en esta Yiyi.

Y eso, algo tan sin adornos como decir de él sin énfasis que es el mejor director, es lo que más dice de quién es Yang en el oficio de hacer películas, pues las planea y dirige tan en estado de gracia y transparencia, que la fortísima huella de su mano directora, aunque llena de singularidad, no se queda adherida a la pantalla, de modo que, mientras se ve, Yiyi no parece una película hecha sino inventada por quien la contempla. Y de ahí proviene la sorprendente sensación de brevedad de su larguísima duración.

YIYI

Director y guionista: Edward Yang. Intérpretes: Nianzhen Wu, Elaine Jin, Issey Ogata, Kelly Lee, Jonathan Chang, Xixheng Chen, Suyuun Ke. Género: drama, Taiwan, 2000. Duración: 150 minutos.

Describe Yiyi de forma genial, con precisión y grandeza, la intrincada espesura que se oculta detrás de las fachadas de una familia burguesa de Taipei, núcleo humano cerrado, replegado sobre sí mismo. Yang abre de par en par la angostura de este mundo con la luz de tiempos secuenciales que apenas si parecen construidos. Y el filo de su mirada abre en canal la boca del pozo sin fondo de este abismo familiar. No hay crescendos, turbulencias, solemnidades en el transcurso sosegado de este cruce de vidas. Lo que ocurre a estas gentes es un suceso universal y el filme es una crónica interior, de almas y de paredes adentro, de enorme complejidad atrapada por una pasmosa sencillez descriptiva.

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