'Ahora me importa mucho más mi vida que mi trabajo'

Cuarenta películas a la espalda, 31 años, nacida en la calle Cartagena de Madrid, barrio de Prosperidad. Ojos verdes sorprendentemente grandes. Sonrisas y carcajadas permanentes, con unos dientes blanquísimos. Muchos gestos con las manos, muchos toques al interlocutor. Tacones altos, vaqueros, camiseta negra y abrigo de cuero también negro. Rostro mucho más delgado de lo que parece en las pantallas. Es simpática, habla muy rápido y suelta verdades aparentes a borbotones.

Detrás hay un cartel que pone Y tu mamá también, y una foto en la que Maribel Verdú se abraza a Gael García Bernal y a Diego Luna, dos jóvenes y talentosos actores mexicanos con los que ha rodado la historia de un triángulo breve, intenso y muy sexual: la iniciación de dos adolescentes a manos de una española de unos 30 años, Luisa, que guarda celosamente un secreto, durante un viaje en coche desde el México DF a la costa.

'Y tu mamá también' ha sido uno de los rodajes más divertidos que he hecho'

Es la última película de Alfonso (director) y Carlos Cuarón (guionista), un par de jóvenes fenómenos llenos de ironía, chile y ternura que han asombrado ya a medio mundo. Tras triunfar en Venecia, Toronto y San Sebastián, y después de que The New York Times haya hablado de la 'sobresaliente actuación' de Maribel Verdú, ayer se estrenó en España Y tu mamá también.

Pregunta. Parece usted especializada en triángulos, cinematográficos me refiero...

Respuesta. Sí, es verdad que las películas que más cosas me han dado han sido las de los tríos. Primero Amantes, luego La buena estrella y ahora ésta, en la que también tengo dos contrincantes. Puede ser casualidad, pero al rodar es fantástico, porque lo que no encuentras en uno lo buscas en el otro, y según estás ese día, te vas a uno o al otro. Es una forma especial de utilizar la energía, muy divertida. En este caso, uno me mimaba y el otro me daba caña, hubo mucha compenetración, mucha complicidad. Molaba. Con uno solo es diferente.

P. Viendo la película da la impresión de que lo pasaron muy bien rodando.

R. Ha sido uno de los rodajes más divertidos que he hecho. Trabajábamos mucho, eh, 12 o 14 horas diarias, con mucha disciplina, pero todo el tiempo nos reíamos. El equipo técnico era pocamadre, como dicen ellos, o sea, de puta madre. Gente muy profesional. Y Alfonso Cuarón consiguió que pusiéramos todo el entusiasmo, la honestidad y la verdad del mundo. Yo creo que eso se ve en la película. Y ya sólo quiero hacer películas así, que me lo pase bien.

P. ¿Conocía México?

R. No lo conocía, igual que Luisa, mi personaje, y Alfonso me dijo que tenía que utilizar eso para el personaje. Por eso pongo esas caras de flipar cuando vamos en el coche y veo pasar las cosas, los entierros, la gente. Todo era una sorpresa. Me iría ya. Hice amigos estupendos. Y todo era grandísimo, las calles, las cucharas, los tenedores... Fueron tres meses estupendos. México me cautivó.

P. ¿Repetiría la experiencia americana pero al norte de México?

R. Si fuera cine hispano, a lo mejor. Quiero rodar en mi idioma, que es donde más doy. Todo depende del precio que tienes que pagar, y me parece que el precio de trabajar en Estados Unidos debe ser muy alto. Yo vivo muy a gusto aquí. Fui feliz rodando El palo en Coslada. Cuando rodé El portero en Llanes me parecía lejísimos. Soy muy de casa, muchas veces digo no a cosas por lo lejos que son. A no ser que flipe con el guión, y con éste la verdad es que aluciné, lloré, me reí...

P. Supongo que también depende de la ambición que se tenga.

R. Claro, y mi ambición es sobre todo hacer películas con mis amigos. Soy feliz trabajando con Jorge Sanz, Antonio Resines, la Barranco y Carmen Maura. Me siento más protegida. También, si te fijas, siempre trabajo más o menos con los mismos directores. No lo parece, pero soy muy insegura, y si trabajo con gente que me conoce bien, mucho mejor.

P. ¿Y cómo salió lo de Alfonso Cuarón?

R. Fue un flechazo. Nos presentó Fernando Trueba, que cocinó una fideuá, y desde el primer momento me sentí como en casa.

P. Echando la vista atrás, ¿cómo ve su carrera? Se diría que ha hecho películas muy buenas y otras muy malas.

R. ¿Y qué actor no hace malas películas y otras que son fantásticas? Todos. Hasta Resines y Maura, hasta Katharine Hepburn y Spencer Tracy. ¿Y qué director las hace todas buenas? ¡Ninguno! Yo como de esto, y sólo de esto, y cuando digo sí es porque creo en el guión. Pero no está en mi mano si luego sale mala. Yo me limito a decidir lo que puedo dar de mí. A veces el fracaso o el éxito depende de vosotros, de los medios. Yo adoro El palo, me parece una película divina, divertida, pero luego va y hace 100 millones.

P. ¿Será que el cine, como dice el ayudante de dirección Pedro Vidal, siempre oscila entre lo cutre y lo sublime?

R. Es así, siempre entre lo mejor y lo peor. Yo intento hacer sólo dos o tres películas al año, no decir que sí a todo, no caer en la trampa de hacer cosas malísimas por ganar unos kilitos. No, luego hay que hacer la promoción, y hay cosas que no puedes hacer. Si hiciera siete al año, como al principio... Ahora mi vida es mucho más importante que mi trabajo. Y, además, uno elige pero no del todo.

P. Dice que la vida importa más. ¿Está más reposada?

R. Claro. Cuando no tienes eso, lo buscas todo fuera. Ahora estoy muy a gusto con mi chico, mi familia, mi casa. Podría no trabajar, ser una mantenida [se ríe], pero tengo caprichos caros y prefiero pagármelos yo.

P. En la película alguien le dice a Laura que ya va siendo hora de que tenga hijos...

R. Yo acabo de parir hace dos días. Se llama Tito y ha pesado 200 gramos, es un perrito monísimo. Jamás he tenido instinto maternal. Y de momento no me llama. Pero ya veremos.