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Herida una mujer de 94 años al saltar por la ventana de un centro 'pirata'

Antonio Jiménez Barca

Elena D. V., de 94 años, se fracturó ayer la cadera y la pierna al saltar por la ventana del tercer piso de una residencia de ancianos pirata -esto es, que funciona sin permiso y fuera de la ley- situada en el número 61 de la calle de Gaztambide (Moncloa). La mujer, según la responsable de la residencia, Ángela María Hernández, estaba 'trastornada' y quería fugarse del asilo para visitar 'a un hermano suyo que vivía en Rascafría hacía 25 años, pero que ya murió'.

La anciana, antes de saltar por la ventana, tiró mantas y almohadas para amortiguar la caída. Cayó sobre el tejadillo de uralita de un garaje, situado a tres metros de la ventana. Allí se quedó inmóvil, sin parar de gritar: '¡Me han empujado, me han empujado!' Del tejadillo donde permaneció la mujer al suelo del patio hay unos 10 metros, por lo que la caída pudo resultar fatal. Un vecino vio desde su cocina a la anciana debatiéndose entre el edredón y llamó a la policía. Fueron los agentes y los bomberos quienes, tras atender a la anciana, avisaron a la dueña de la residencia, según este vecino.

La residencia pirata no dispone de licencia y su propietaria no declara a Hacienda sus ingresos, según admitió ella misma ayer. En un piso de cerca de 200 metros cuadrados ('por el que pago 200.000 pesetas de alquiler', precisa la dueña) viven 'cuatro ancianas fijas más otras cuatro los fines de semana, ya que los hijos las traen los viernes porque ellos tienen bodas o bautizos'.

80.000 pesetas al mes

También residen allí la propietaria del centro, de nacionalidad dominicana y que asegura ser enfermera, y sus dos hijos. La dueña asegura que cobra 80.000 pesetas al mes por cada anciana que cuida y 15.000 o 20.000 pesetas si las atiende sólo el fin de semana. 'Si pagara impuestos no podría mantener a mi familia', cuenta. 'Esto no es una residencia, sino una casa familiar', añade.

La anciana que saltó por la ventana llevaba 11 días viviendo en este asilo clandestino. 'Antes había estado más días, pero yo le había dicho a su hermano, un señor mayor viudo, que debía llevársela a un centro psiquiátrico, porque estaba muy mal', precisó la propietaria de la residencia.

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En el piso se encontraban siete ancianas en el momento en el que se produjeron los hechos. Cada habitación es compartida por dos mujeres. Ayer, dos de estas ancianas descansaban en silencio en un sillón en el pasillo de la casa. El lugar está limpio, los muebles son antiguos y la mayoría de los cuartos están decorados con imágenes religiosas.

'Yo estoy muy a gusto aquí, llevo siete años y les digo siempre a mis hijos que no me saquen de esta residencia', comentaba Elena M., de 89 años.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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