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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Luz en las tinieblas

En el poema A la posteridad, publicado en 1939, un Bertolt Brecht en el exilio se quejaba de los 'tiempos sombríos' en los que vivía. Se trataba de una época en la que el pensamiento privado era perseguido por los asesinos que gobernaban impunemente grandes naciones al amparo de la credulidad y el consentimiento de unas masas vociferantes a las que se les había prometido el paraíso en la tierra. Antes que Brecht, ya Nietzsche había elogiado la idoneidad de una metáfora, en principio, meteorológica, con la que referirse a esos periodos históricos en que sólo prolifera la pesadumbre: 'En Noruega se denomina tiempos oscuros a esa época del año en la que el sol permanece oculto en el horizonte durante todo el día mientras la temperatura desciende lentamente, cada vez más. Es un hermoso símil con que definir a todos aquellos pensadores para los que de momento ha desaparecido el sol del futuro de la Humanidad'.

HOMBRES EN TIEMPOS DE OSCURIDAD

Hannah Arendt Traducción de Claudia Ferrari y Agustín Serrano de Haro Revisada por Ángela Ackermann Gedisa. Barcelona, 2001 284 páginas. 3.490 pesetas

Hannah Arendt sufrió, como tantos millones de seres humanos, la crueldad de ese tiempo de tinieblas que se cernió sobre Europa a partir del estallido de la I Guerra Mundial y que daría a luz a esas tres denominadas 'generaciones perdidas': aquella primera de los excombatientes, que aprendieron el mundo en las trincheras europeas; luego, la de los nacidos durante la gran inflación, que vieron tambalearse lo que aún quedaba intacto tras los años de lucha, y, finalmente, la formada por quienes vinieron al mundo a la sombra de los campos de exterminio, la guerra civil española o los juicios de Moscú.

El carácter de esta pensadora absoluta, lúcida y objetiva a la vez que enteramente personal, se apreciará con largueza en los ensayos que componen este volumen recopilatorio, publicado en inglés en 1968, y que Gedisa presenta ahora por primera vez completo en castellano al añadir cinco textos -en excelente traducción- a los publicados por esta editorial en 1989 bajo el mismo título. La colección, compuesta por trabajos publicados ocasionalmente a lo largo de 12 años, se ocupa sobre todo 'de personas, de cómo vivían sus vidas, cómo se movían en el mundo y cómo les afectó el tiempo histórico', figuras verdaderamente marcadas por la época en que vivieron.

Así, el gran ilustrado alemán

G. E. Lessing sufrió también el acoso de una época oscura, en la que se mostró como un pensador avanzado para su tiempo, severo y crítico con el poder que esclavizaba a los seres humanos privándoles de sus derechos fundamentales. El autor de Natan el sabio da pie a Arendt para reflexionar acerca de la fraternidad en tiempos de indigencia, cuando es fácil caer en el sentimentalismo de la solidaridad igualitaria en detrimento de las amistades selectivas, acaso más justas y comprometedoras al haber sido elegidas libremente. Lessing prefería la humanidad y la amistad a 'la verdad' y consideraba que debía celebrarse la existencia de 'muchas verdades', ya que entonces los seres humanos habrían de intercambiárselas, estableciendo entre ellos el diálogo y reforzando los vínculos fraternos: tesis que fascina a Arendt, siempre tan atenta al intercambio intelectual y contraria a cualquier imposición ideológica, por 'verdadera' que parezca. También Karl Jaspers es definido por la autora como un 'filósofo de la comunicación', como un hombre íntegro, que no se encerró en una torre de marfil ni elaboró un pensamiento farragoso -lo típico en 'filosofías de la soledad' como la de Heidegger-, sino que legó sus ideas al conjunto del género humano, en absoluta apertura pública.

Indagando en el conflicto entre lo público y lo privado, Arendt dedica a la revolucionaria de izquierdas Rosa Luxemburg, asesinada en 1919 con el consentimiento de los socialdemócratas, un clarividente ensayo donde la califica de persona de profunda humanidad y sentido común, odiada incluso por quienes decían compartir sus ideas. La Luxemburg tuvo que pagar con la vida su honestidad, pues incluso para salvar al mundo hay que desaprender la bondad. Algo que habría de experimentar Brecht, quien, en tanto que ser compasivo, es juzgado por Arendt con condescendencia pues su vida muestra la discordia entre compromiso teórico y acción práctica. Los coqueteos de Brecht con el comunismo fueron el 'error' de un hombre inteligente pero obnubilado por unos tiempos en los que había que arriesgarse a tomar partido. No obstante, entre tanta contradicción, el dramaturgo llegó incluso a denunciar la clamorosa evidencia del absurdo del totalitarismo estalinista; pronto descubrió que quienes pretendían trabajar para instaurar el paraíso 'habían comenzado a establecer el infierno en la tierra, sin que existiera maldad ni traición que no estuviesen dispuestos a perpetrar'.

El ensayo sobre Walter Benjamin, a quien le hubiera gustado ser 'el único crítico verdadero de la literatura alemana', ha condicionado positivamente la imagen que prevalece en la actualidad del desdichado flâneur y erudito, varón torpe y desgarbado acosado por el 'jorobadito' de la mala suerte; homme de lettres en definitiva, apegado a sus colecciones de libros y bibelotes, lúcido e inútil: también tomó partido por aquellos que parecían, en principio, mejores que los carniceros nazis.

Arendt dedica a todos ellos unos textos magníficos, plenos de sutilezas, profundidad y admiración, aunque no exentos de severas críticas. La escritora Isak Dinesen aparece también retratada por la pensadora en una reseña exquisita; asimismo, el comentario de los diarios del papa Juan XXIII, cargado de ironía, juega con la idea de que nunca un 'cristiano de verdad' ocupó la silla de San Pedro.

Pero más que una reflexión acerca de personajes independientes, Hombres en tiempos de oscuridad se lee hoy como un alegato contra esos tiempos en que el Estado, convertido en una maquinaria todopoderosa del mal, apaga la luz de 'ese espacio público donde cada hombre se prueba a sí mismo y se manifiesta tal como es en tiempos de libertad'. Arendt, la gran analítica del totalitarismo, ausculta en realidad más de cincuenta años de historia europea, desde la gestación del mal radical hasta los tiempos en que fue necesario desenmascarar tanta mentira y tanto crimen. Y ello merced a un puñado de personajes quizá poco relevantes para la causa de la obtención del bien general humano, pero destacables por el simple hecho de que pensaron por cuenta propia, y que, se equivocaran o no, permanecerán en el recuerdo como pequeñas luminarias entre las gélidas tempestades del siglo XX.

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