Usos y abusos
Que Madrid es un caos circulatorio no es ninguna novedad para todos los que vivimos aquí: las obras municipales, las zanjas que se reabren por una esquina cuando aún las están cerrando por otra, las dobles o triples filas de aparcamiento... Son lo normal.
Ir andando tampoco es fácil si no se tiene profesión circense: aceras levantadas y vueltas a levantar, motos aparcadas o circulando por ellas, negocios privados que parecen de mercadillo, chirimbolos de todo tipo, pasos de peatones sin continuidad...
Quizás por esta habitual situación estamos llegando a lo que considero el súmmum de usos y abusos: cortar las calles; cada vez es más frecuente que al llegar a una calle te encuentres con un individuo o una valla que sin más te dice 'cortada, no se puede pasar', mientras ves que un camión, una furgoneta, un contenedor o unos bultos aparcados en medio de la calle son la causa del corte. Es también cada vez más frecuente que, si reclamas el paso o la exhibición del preceptivo permiso municipal, aparezca otro individuo, generalmente con aires chulescos, que te replica con un 'si no te largas, hoy o mañana, cuando vuelvas a pasar, se puede caer un ladrillo', o simplemente con un 'te tengo localizado'. Esta situación la vivimos con demasiada frecuencia en mi calle, Dulcinea, estrecha, con múltiples obras visibles y de tapadillo.
Por ello propongo que a las habituales frases que definen Madrid (obras y atascos sin fin, la del alcalde albañil, la ciudad de zanjas y tablones, donde no se puede circular, entrar ni salir...) se añada otra: 'Madrid, donde los usos son abusos'.
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