Decepción
Al profesor Cucó no le gustó mi intervención en el debate sobre la reforma del Estatuto que celebramos el lunes, presididos por Joan F. Mira y escuchados por un público donde se encontraban significativos líderes políticos, sindicales e intelectuales. Y no sé si le decepcionó más el hecho de que no aprovechara la ocasión para aburrir a la concurrencia con un catálogo de propuestas brillantes dirigidas a caer en el más lamentable de los olvidos en los cajones de los políticos que podrían y deberían reformar el Estatuto, o que criticase ácidamente que el Estatuto vigente es un producto feliz y eficaz del compadreo oportunista y acelerado de los dos grandes partidos del proceso estatuyente, en uno de los cuales, el PSPV-PSOE, él militó cómodamente y disfrutó durante una larguísima temporada de un comodísimo cargo público -el de senador- para el que por cierto le voté en cuantas ocasiones concurrió a la elección. A pesar de que después del debate, en la animada cena que celebramos los ponentes, el moderador y los organizadores, le insistí en que me explicara la gravedad de su preocupación -siempre me ha importado la opinión de mis antiguos maestros-, intuí con pena que el profesor Cucó parece desconocer deliberadamente que junto con los profesores Aguiló y Martínez Sospedra, primero, y, con el segundo y con el profesor Martín Cubas, más recientemente, no he dejado de estar en la vanguardia de quienes han defendido que el actual Estatuto se reforme en varios asuntos de crucial importancia: una mayor calidad del autogobierno político de los valencianos, una apuesta certera por mejorar la democracia valenciana, y un propósito de extraer del paraguas constitucional todo el amparo legal posible para diseñar un modo de existir político que nos singularice y que sea vehículo adecuado para la construcción de una sociedad más libre, más justa y más solidaria. Y, efectivamente, hablé de eso en el estricto cuarto de hora que el moderador repartió a cada uno de los ponentes. El profesor Alcaraz ofreció una sincrética enumeración de los artículos que reformaría, que compartimos en abstracto los otros dos ponentes; el profesor Martínez Sospedra, que es sin duda el mejor, más sabio y atrevido de cuantos juristas tratan del Derecho Autonómico, no sólo aquí sino en el conjunto de la disciplina, se refirió a algunos asuntos técnicos de mucha intensidad, y no abordó las cuestiones genéricas precisamente porque en el reparto previo de papeles, él y yo, que hemos formado, y formamos con otros compañeros universitarios un equipo serio y a la vez consciente de la escasa atención que el mundo político valenciano de cualquier color presta a la hipótesis de una reforma en profundidad de nuestra doméstica carta magna, habíamos quedado en que yo hablaría de lo que hablé. No acierto a comprender por qué el profesor Cucó sancionaba con su decepción que introducir la facultad presidencial de la disolución anticipada de las Cortes, reformar el miserable sistema electoral lesivo para el derecho de participación y la libertad política de los valencianos, o utilizar ad nauseam las ambigüedades del texto constitucional para entronizar un régimen local propio y un modelo valenciano de gobierno municipal, entre otros, son argumentos menores. Quizás le habría gustado más que hiciese como muchos de sus detractores, es decir, no tener en cuenta para nada su opinión a la vista de que habiendo apuntado al cielo en materia nacional acabase de turista político por Europa, Asia, África, América y quizás Oceanía, como si tal cosa.
vicent.franch@eresmas.net
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