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Aznar irá a Marruecos en diciembre para intentar reactivar las relaciones bilaterales

Rabat pide al Gobierno español 'ayuda técnica' para controlar a las mafias del Estrecho

España y Marruecos miran ya con normalidad al futuro de sus relaciones, que pretenden reactivar con una cita al máximo nivel, entre los jefes de Gobierno respectivos, acordada para un día entre el 20 y 24 de diciembre en Rabat. Entre tanto, los dos países intercambiarán visitas ministeriales orientadas a 'desactivar el clima de tensión' vivido últimamente, según dijo el ministro marroquí de Exteriores, Mohamed Benaissa, que recomendó a las dos partes 'trabajar mucho y hablar poco' y pidió a los españoles que 'se emancipen de esa noción del moro'.

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Su colega español, Josep Piqué, atendió ayer literalmente la primera de estas recomendaciones, ya que redujo al mínimo sus contactos con los medios informativos. El ministro obtuvo al mediodía luz verde para la cumbre bilateral en una entrevista con el monarca Mohamed VI, quien también insistió en que es preciso evitar 'las declaraciones que no ayudan' al entendimiento mutuo.

Piqué hubo de sentirse aludido, ya que unas manifestaciones suyas de que existe connivencia entre la policía marroquí y el tráfico ilegal de inmigrantes motivó la suspensión de la visita que debió girar a Madrid el secretario de Estado de Marruecos para Europa, Tahib Fassi-Fihri, el 6 de septiembre. El secretario, amigo personal del rey, reprochó las citadas palabras del ministro en la cena que reunió a las dos delegaciones la noche del domingo.

Benaissa, por su parte, implicó a la prensa española en la subida de tensión entre los dos países, que tiene como hitos las declaraciones del presidente José María Aznar, a finales de abril, sobre el 'efecto negativo' del fallido acuerdo pesquero para las relaciones bilaterales, y las hechas a primeros de septiembre por el propio Mohamed VI, atribuyendo a España la responsabilidad del tráfico de inmigrantes y drogas a través del Estrecho. El rey marroquí y Aznar hablaron la semana pasada por teléfono.

'Debemos tener relaciones claras y transparentes, con confianza y respeto', dijo ayer el ministro marroquí. 'Si no hay respeto', añadió, 'hay muchas posibilidades de que se desarrollen ofensivas mediáticas mientras los ministros nos reunimos amistosamente. España tiene que comprender que trata con un Marruecos del siglo XXI. Tiene que emanciparse de esa noción del moro, como la que imaginan algunos españoles, aunque sean pocos'. Piqué dijo igualmente que las relaciones hispano-marroquíes deben avanzar 'globalmente' -en los ámbitos financiero, cultural, comunitario, euro-mediterráneo- y también 'desde el punto de vista incluso psicológico, sin apriorismos'.

En esas reservas marroquíes hacia la prensa española, se enmarca la probable visita a Marruecos del ministro portavoz, Pío Cabanillas, en el contexto de los preparativos de la Reunión de Alto Nivel (RAN) de diciembre, que, según Benaissa, debería servir 'para pasar, no una página sino un libro', en las relaciones entre los dos países. En contra de lo que esperaba, Piqué no llegó ayer a fijar la fecha definitiva de la reunión, probablemente el 21 de diciembre, cuando se reunió en Rabat con el primer ministro, Abderramán Yussufi.

Más importante de cara a la RAN, que no se convocaba desde 1999, será la entrevista que mantenga el ministro del Interior, Mariano Rajoy, con su colega marroquí, Ahmed Midaui, ya que el control de la inmigración es la primera preocupación del Gobierno español. Marruecos presentó ayer una petición detallada de ayudas 'técnicas', como comunicación entre servicios de seguridad, radares y otros ingenios electrónicos, que España estudiará para que sea aprobada en la cumbre de diciembre.

Piqué se comprometió a desbloquear el programa de conversión de deuda marroquí por inversiones y a participar en el Foro Mediterráneo que Mohamed VI ha convocado en Rabat para el 14 de octubre. En esa reunión, los ministros de Exteriores de ocho países de la zona, incluidos los de Francia, Italia, Argelia y Túnez, abordarán la crisis de seguridad tras los atentados del 11 de septiembre, que Piqué y Benaissa apenas debatieron ayer.

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