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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Una sala en peligro

La sala de exposiciones Amarica, propiedad de la Diputación de Álava, tiene todos los boletos para pasar a mejor vida en cuanto sea inaugurado el Artium. Una vez más el pez grande se come al chico. Según lo escuchado en el pleno de Juntas Generales del pasado lunes, todo parece indicar que nos encontramos ante el inminente cierre de un espacio expositivo que ha sido referente cultural en Alava a lo largo de los últimos 12 años, ya que el Grupo Popular, apoyado en sus tesis por socialistas y EA, así lo ha decidido.

Desde el Grupo Juntero Nacionalistas Vascos nos hemos opuesto frontalmente a estas intenciones, entendiendo que las razones esgrimidas por el Gobierno foral son erróneas, contradictorias y basadas en criterios de dudosa rentabilidad económica. Esas razones son, fundamentalmente, el excesivo gasto que supone el mantener abierta la sala y su incompatibilidad con el Artium. A mi juicio, ni una ni otra justifican tan lamentable decisión. Si analizamos los últimos diez ejercicios, veremos que el coste de la sala no supera los 25 millones anuales de media. Supongo que este gasto no parecerá un despilfarro, si tenemos en cuenta que con lo que se pretende gastar el caprichoso diputado foral señor Aguilar levantando la actual plaza que antecede al Artium para construir otra nueva, 100 millones de pesetas, se podría garantizar el digno funcionamiento de la Sala Amárica por otros cuatro años. A no ser que la Diputación este negociando la venta de este inmueble -a un generoso precio para el comprador, eso sí-, en pago a los servicios prestados.

Por otro lado, es cierto que la sala nació y se desarrolló como apéndice del Museo de Bellas Artes, para compensar las carencias de espacio y dar cabida a exposiciones temporales, pero también es cierto que a lo largo de su historia ha introducido variadas propuestas artísticas diferentes a lo que entendemos por arte vontemporáneo. Por lo tanto, y dando por hecho que deberán reformularse sus objetivos, no veo por qué no pueden convivir ambos equipamientos. Si a esto añadimos las dificultades que cualquier artista de aquí o de fuera tiene para exponer en Vitoria-Gasteiz, con demoras de hasta 18 meses, podemos concluir que la eliminación de este espacio expositivo público va en contra de los artistas más modestos.

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