La independentista almeriense y el falso ciclista de Grenoble
Hacía casi dos años que la histórica etarra Dolores Resina Resina, Lola, estaba desaparecida, tras haber acumulado un historial delictivo que abarca 14 folios en los ficheros policiales. El itinerario vital de esta mujer, nacida el 20 de febrero de 1951 en Sierro (Almería) y que emigró a Granollers (Barcelona), es más propio de una grapo que de una etarra. Su primer antecedente data de febrero de 1978, cuando durante una manifestación convocada por el Partido Comunista de España (Internacional) en favor del independentista MPAIAC de Antonio Cubillo fue herida en un ojo por una pelota de goma. Dos años después fue detenida junto a Jaime Camps Pernias cuando intentaba volar el Monumento a los Caídos, en Pedralbes (Barcelona). Sus nueve años en tres cárceles -en el juicio cantó La Internacional y Els Segadors-, arribó a las puertas de ETA de la mano de una comuna de presas vascas. Tras salir de prisión, se sumó al comando Barcelona (con el nombre de Clemencia Díez) hasta 1992, cuando pasó al Mugarri, para regresar a la capital catalana en 1993, donde participó en varios atentados con dos muertes.
Entre los años 1995 y 1997 participa en los secuestros de Cosme Delclaux y José María Aldaya. Ella fue una de las encargadas de la custodia permanente de los rehenes en sus agujeros, y se encargó de darles de comer, bastante bien, según relataron los empresarios.
Lola estaba en el grupo de Didier Aguerre, detenido en la operación, como otros 400 franceses que han sido arrestados en los últimos años por colaborar con ETA. Este ciudadano francés, de 25 años, fue el ciclista presuntamente cansado que pidió ayuda en el polvorín de Grenoble y franqueó el acceso al comando etarra que se llevó 1.600 kilos de dinamita. Su historial arranca el 22 de septiembre de 1996 con el lanzamiento de cócteles mólotov contra la sede de la Gendarmería de Irrysarry, lo que le costó tres años de cárcel. En mayo, fue identificado como el acompañante de Gregorio Vicario Setién antes de que este fuera detenido. En el teléfono de Vicario constaba una llamada hecha por un tal Vicent Chardel, que comunicaba que había alquilado su apartamento de la calle Pierre Ruibert de Grenoble a Jean François Duvezin, que luego fue identificado como Didier Aguerre. Desde entonces era buscado por los policías anti ETA de Francia y España.
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