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Reportaje:

El héroe de Wall Street

El esfuerzo del presidente de la Bolsa permite reabrir en tiempo récord

Cristina Galindo

Su ambición era modernizar la mayor plaza bursátil del mundo, hasta que dos aviones secuestrados se estrellaron contra las Torres Gemelas. Richard Grasso, presidente de la Bolsa de Nueva York, se convirtió ayer en la cara pública del esfuerzo de la economía de Estados Unidos por volver a la normalidad tras los atentados terroristas. 'El lunes pasado, Wall Street era el centro financiero del mundo, lo es este lunes y lo seguirá siendo', sentenció durante la emotiva apertura de la Bolsa tras cuatro días de cierre. Grasso reabrió el mercado neoyorquino dispuesto a comenzar desde cero.

El número uno de Wall Street, símbolo del milagro americano, no fue a la universidad ni se ajusta al perfil clásico de sus antecesores, pero está curtido en situaciones difíciles. Ninguna, sin embargo, tan dolorosa y compleja como la que le espera tras el golpe sufrido el martes pasado por el corazón financiero del mundo. En nombre del capitalismo, Grasso desafió ayer a los terroristas desde el podio de la Bolsa de Nueva York. 'Las Torres han caído, pero el World Trade Center sigue en pie'. El empeño de Grasso: reconstruir Wall Street en tiempo récord.

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A sus 55 años, el presidente de la Bolsa de Nueva York es el típico hombre de negocios hecho a sí mismo. Nació en Queens, un barrio modesto al otro lado del East River, frente a Manhattan, y se enroló como simple broker en Wall Street a los 21 años. Sólo su estusiasmo capitalista explica que, en junio de 1995, lograra alcanzar la presidencia de la Bolsa de Nueva York, la mayor plaza del mundo. Se trataba de la primera vez en los dos siglos de vida de Wall Street que un hombre de la casa asumía el mando.

Frente a su falta de formación académica (sólo cuenta con títulos honoríficos), sus partidarios alegan en defensa de Grasso su extenso conocimiento en las operaciones bursátiles y la tecnología, y su popularidad entre los intermediarios de a pie del parqué. A Grasso le gusta contar a sus íntimos amigos un chiste que ilustra con ironía su pasado: 'Petróleo e industria aérea. Mi familia gestionaba una gasolinera de Exxon cerca del aeropuerto La Guardia'.

Grasso es puro producto neoyorquino. Su currículo está plagado de grandes operaciones y algunas excentricidades, jamás vistas hasta su llegada en un dirigente de la Bolsa de Nueva York. Ha presidido el desfile de la Hispanidad en la Quinta Avenida y suele alegrar las mañanas de Wall Street con algunas sorpresas. Lleva a invitados para hacer sonar la campana que abre la sesión: un león, una vaca, las despampanantes modelos de una marca de lencería.

Pero la hazaña más revolucionaria de Grasso tuvo lugar en Colombia, cuando el rey del capitalismo se entrevistó en junio de 1999 con Raúl Reyes, comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un grupo de extrema izquierda con tradición de atacar los intereses estadounidenses. Grasso empleó más de una hora y media en instruir al comandante en las bondades del capitalismo y pedirle que deje la lucha armada.

El universo de Grasso se engrandeció bastante más en junio del año pasado. La Bolsa de Nueva York anunció sus planes para establecer un mercado mundial, destinado a funcionar las 24 horas del día, por un valor de 20 billones de dólares. Se trataba del mayor paso para modernizar los mercados, una noción que Grasso no entiende sin la tecnología: 'Algunos han asegurado que la tecnología supondrá el final del sistema basado en el parqué de la Bolsa de Nueva York; nuestra experiencia prueba que será al contrario'. Grasso también es el arquitecto de un cambio, simple en apariencia, que puso las prácticas de Wall Street en sintonía con el resto de las bolsas: el paso de las fracciones a los decimales en los valores de Wall Street.

El desplome de las Torres Gemelas el martes pasado echó por tierra parte de la lista de éxitos de Grasso. 'Nuestros héroes harán posible esta recuperación', indicó en un discurso emotivo con tintes históricos, propio del estilo grandilocuente del orador. Junto a él se encontraban la senadora Hillary Clinton, el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, y el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani. Hubo dos minutos de silencio en recuerdo de las víctimas de los atentados. Miembros del equipo de rescate encargados de la reconstrucción del corazón de Manhattan hicieron sonar la campana que marca el inicio de la sesión en Wall Street. 'Éstos son nuestros héroes', exclamó Grasso.

Grasso (izquierda) y el alcalde de Nueva York, ayer.
Grasso (izquierda) y el alcalde de Nueva York, ayer.REUTERS

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.
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