Malas bromas
'No estamos para bromas', decía Aznar: y dada la situación mundial, exhortó a votar a Fraga, como un efecto colateral del ataque a Nueva York. El talento político, y Aznar lo tiene -por eso está ahí-, es distinto del común. Otro hombre de talento político diría lo contrario: 'Dada la situación, conviene quitar a Fraga', y sonaría igual de tonto. La tontería es ancha y ajena. Hay una doctrina política general, como filosófica, pero más bien folclórica, que dice que no se cambie de caballo en medio de la corriente ('Don't change horses in the middle of the stream', canción vaquera de una cultura en la que me formé).
Los americanos son favorables a Bush en un 85%: el doble desde el desastre. No sé qué esperan de un presidente, un Gobierno, una información secreta y un sistema que no ha protegido sus aviones y no ha interceptado unos vuelos ofensivos. No me gustaría un jefe que se escondiera al primer susto, sin volver a su puesto; capaz de esperar tanto para visitar Nueva York: que haya tardado mucho en conseguir que se humedezcan sus ojos ante las cámaras; que se haya disfrazado de traje de faena para fotografiarse en el Consejo de Defensa y que dude en saber qué ha de hacer y descarte tan fácilmente la posibilidad de no hacer nada.
No es tan fuerte la corriente que llega aquí como para conservar a Fraga, y menos a Aznar. No tienen nada que ver, a pesar de sus esfuerzos y el de sus literatos para identificar terrorismos. Aunque el Príncipe de la Corona y Trillo vayan a la base americana de Rota para pasar revista a las Fuerzas como si de su ojeada dependiese algo. España ha hecho lo que debía: como miembro de la OTAN, pagar la solidaridad debida; como portaaviones de Estados Unidos, ayudar las represalias. Hubiera pasado lo mismo si no lo hubieran ofrecido. Ya pasaron los aviones que iban a bombardear la casa particular de Gadafi, en Libia, y no le alcanzaron, aunque mataran a su ahijada, pequeño efecto colateral, un episodio de esta guerra. Soy neoyorquino desde el día 11. Soy hierosolimitano y serbio de otras fechas; y judío de antiguas, densas, gotas de sangre y amor intelectual. Pacifista desde la primera guerra que cayó. Civil desde que vi matar al primero. Pero que no me digan que para resolver esta situación hay que votar a Fraga. No estamos para bromas.
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