La Sevilla que tenemos no es la que merecemos
Hace pocos días, un artículo de mi compañero Manuel Seco, se titulaba 'Sevilla decadente' y hacía un breve recorrido por la, según él, nefasta gestión de gobierno del equipo de del Ayuntamiento de Sevilla en los dos últimos años, y a título de ejemplo citaba el futuro solar del Prado, el estadio de La Cartuja, el proyecto de Puerto Triana, la candidatura olímpica, la inseguridad ciudadana, etcétera. Todo ello, como él mismo decía, procurando despojarse de apriorismos y prejuicios. Pero le ha fallado su propio punto de partida.
Estoy de acuerdo con la idea de que el actual equipo de gobierno de nuestra ciudad es, posiblemente, el más ineficaz e inepto, quizás, desde la constitución de los ayuntamientos democráticos, pero achacar todos los problemas actuales de Sevilla al señor Sánchez Monteseirín me parece también un dislate, si tenemos en cuenta que todos y cada uno de las grandes cuestiones que menciona Manuel Seco en su artículo ya estaban presentes en la etapa de gobierno de Soledad Becerril como alcaldesa de Sevilla y, fundamentalmente, el que el socio de gobierno del PSOE es el mismo que compartía gobierno con el PP, de ahí la gran responsabilidad tanto del PA, por mantener la misma línea de los últimos años, con absoluto desprecio a la ciudadanía y a los intereses sevillanos, procurando exclusivamente mantenerse en la onda de gobierno como fin principal de toda su política, y del PSOE, que es capaz de sacrificar intereses colectivos por la ocupación del sillón de la alcaldía.
Sin embargo, es significativo que en la lista de 'cuestiones importantes' que menciona el señor Seco, el 90% corresponda a cuestiones urbanísticas o relacionadas con el urbanismo, sin que entre las mismas se incluyan ni las tragedias personales derivadas de los desalojos administrativos de tantas y tantas casa de vecinos tradicionales de Sevilla, ni las precipitadas declaraciones de ruina de inmuebles que, a poca diligencia administrativa, podrían haber sido salvados de la piqueta mediante la ejecución forzosa de obras a cargo de sus propietarios, ni los discutidos proyectos de aparcamientos subterráneos, sin previamente lograr un consenso con los vecinos y comerciantes de la zona, lo que habría impedido las vergonzantes marchas atrás de algunos de ellos y las empecinadas actuaciones en otros contra la opinión de muchos, ni que tampoco aparezca la operación de Tablada, que debe de ser del gusto del articulista, etcétera.
De todo ello parece desprenderse que falta en Sevilla una política progresista y acorde con los tiempos en que vivimos. Alisarse a una fuerza tan reaccionaria y conservadora como es el PA oficial no puede sino llevar a la situación en que vivimos. Sevilla merece, ahora más que nunca, una auténtica política de progreso que lleve a esta ciudad a cotas de desarrollo y esplendor sólo vislumbradas con ocasión de la Exposición Universal, pero que quedaron lamentablemente en promesas incumplidas y deseos insatisfechos. Es lamentable que la política municipal sevillana se desgaste en discusiones sobre portavocías, pactos y demás nimiedades, mientras el tiempo pasa implacable por las calles de la ciudad y deteriora, cada día un poco más, la Sevilla que todos vivimos y deseamos vivir.
Manuel S. Fernández del Pozo es abogado y miembro de Izquierda Unida.
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