Una tarde con Gemma

Lugar: Barcelona; cuarta planta del número 88 de la bulliciosa Rambla, sede provisional de la cadena SER en Cataluña; un estudio de radio, el de La ventana. Día: jueves pasado. El reloj de la sala de control marca casi las cuatro de la tarde. Falta poco para que empiece el programa. El equipo espera ilusionado la llegada de un nuevo colaborador, Terenci Moix, cuya intervención está prevista para las 17.30. El escritor es una de las estrellas de la temporada, en la que se estrenará también el cineasta Pere Portabella, y el escritor Juan José Millás seguirá provocando literariamente a los oyentes.

Tras el cristal, en el locutorio, Gemma Nierga, la directora y presentadora, de pie y de espaldas a sus dos interlocutores, Boris Izaguirre -veterano del espacio- y el periodista Víctor M. Amela -nuevo fichaje-, finge que se baja un hipotético pantalón corto que supuestamente le deja al descubierto el trasero. Lo interpreta a la perfección, no en vano es actriz aficionada; los fines de semana se la puede ver actuando en un pequeño centro cívico de barrio. A continuación se da una palmada en la nalga y dedica a sus acompañantes un gesto obsceno levantando el dedo índice. Ellos se desternillan de risa. Lo que representa es una escena que acaba de ver en la televisión: al atleta de halterofilia José Navarro protestando así por la bronca que le ha dirigido el público de los Juegos Mediterráneos.

- Primera hora. La ventana está al caer. El equipo -Txiqui Navarro, Jordi Martínez, Manel Piñeiro, Carles Peña, Rosa López, Claudio Matas, Àngels Pastor y Mont Ferrerons- ha trabajado a conciencia para que todo salga bien. El buen ambiente sigue reinando, pero Nierga ya ha empezado a meterse en su papel. Se coloca los cascos y pregunta al técnico, Vicente Huguet, si Helio Castro, redactor de cine de la SER, está preparado, en el hotel Ritz de Madrid, para comentar en directo la rueda de prensa del filme Los otros. Afirmativo. Carles Peña, ángel de la guarda de la periodista, se sienta tras el técnico de modo que vea bien a la jefa. Una de sus misiones es captar lo que ella quiere sin necesidad de palabras. Y lo hace cabalmente. Tal vez porque la conoce desde la época del Hablar por hablar. La hora se llena con una animada tertulia a propósito de Nicole Kidman, su ex y P, participada por Izaguirre, Amela y Rosa Villacastín, ésta en los estudios de Madrid.

- Segunda hora. Albert Boadella, director de Els Joglars, es el invitado. Nierga lo entrevista a propósito de su libro Memorias de un bufón. Como siempre, él provoca, y a la periodista le va de perlas. Recuerda Boadella cómo se escapó del hospital Clínic, donde había ingresado simulando estar gravemente enfermo, cuando se encontraba en prisión por la obra La torna. Suena el teléfono. Peña responde y, raudo, apunta en la pizarrilla con la que se comunica con el locutorio: 'Susanna estaba allí el día de la fuga'. A Nierga se le ilumina la mirada. Le encanta hacer radio con los oyentes. Entra Susanna, médico en prácticas entonces. Tiene palique. Genial. Buen broche para la charla. Terenci Moix espera. Está entusiasmado con su nuevo papel de tertuliano. Se le ve feliz. Se muestra amable con todos. La idea es que él y Boris Izaguirre hablen de lo que les apetezca. Y así lo hacen estos dos buenos amigos. Resultado: una conversación loca, en la que el escritor barcelonés hasta se atreve a cantar y a imitar a Cole Porter. 'Era muy mariquita el pobre', bromea Moix.

- Tercera hora. Abre Eduardo Haro Tecglen con Barra libre. Después, Nierga se queda sola en el locutorio. Está a punto de abordar un tema con enjundia: los últimos despidos de profesoras de religión. Modera las intervenciones de tres docentes y abre el teléfono, que en seguida saca humo. Cierra el humor de Roberto Sánchez y Gregorio Benítez. Son las siete.