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Columna
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Utiel

Miguel Ángel Villena

Ciudad de frontera, histórico cruce de caminos entre la meseta conquense y el llano valenciano, Utiel sólo aparece en los medios de comunicación con motivo de inundaciones, protestas o accidentes. Como tantos otros pueblos del interior, su distancia frente a los centros de decisión del litoral -hoy en día más psicológica que real a partir de la llegada de las nuevas tecnologías- provoca que su vida cotidiana caiga en el olvido. Ya se sabe que la normalidad no suele ser noticia. Pero este año la muy noble, muy leal y fidelísima ciudad de Utiel ha cumplido 150 años de su incorporación a la provincia de Valencia, una decisión que cambió su historia y que vino motivada por los intereses de una comarca agrícola en crecimiento que necesitaba del puerto de Valencia para la exportación de su vino. Este hecho -unido a la reapertura de su teatro Rambal, a la revitalización de sus fiestas y al montaje de una exposición sobre las tradiciones religiosas y etnológicas, titulada La fuerza de una imagen- convirtieron ayer el arranque de la Feria de Utiel en un acontecimiento seguido por miles de personas.

Austeros castellanos de carácter, pero festivos valencianos de espíritu, los utielanos demuestran su mestizaje en la celebración de todas las fiestas, ya sean fallas, verbenas de San Juan, homenajes a San Cristóbal o carnavales. Lejos de los focos de las televisiones o de las primeras planas de los periódicos, el pueblo de mis abuelos maternos reivindica ahora una importancia que se gana a pulso todos los días por su prosperidad económica, por su dinamismo cultural, por la diversidad social que generan los territorios fronterizos. Se quejan los utielanos no tanto de estar discriminados, sino de vivir olvidados. Así, durante estos días, Utiel reclama el derecho a ser noticia no por la irrupción de una catástrofe, sino por la celebración de una fiesta. Vayan, pues, dedicadas estas líneas no sólo a Utiel, sino a todos aquellos pueblos del interior que avalan que la riqueza de la Comunidad Valenciana va más allá de las postales turísticas de la costa.

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