Jugando se entiende la gente

Descubro súbitamente que sólo soy un botarate ignorante, y supongo que he de estar agradecido después de haber pasado tanto tiempo ignorándolo.

Ni por un momento soy capaz de imaginar que la reacción de Fernando Savater a la 'prosa sencilla' de una carta al director de este periódico se deba, por ejemplo, a la arrogancia de pensar que quien no nos entiende es porque es tonto, en lugar de considerar que tal vez no hayamos sabido expresarnos con precisión. Pero no, eso sería improbable.

En su lugar escribo una nueva carta en la que he de dar públicamente las gracias al señor Savater por sacarme de mi error y al mismo tiempo le ruego acepte mis disculpas.

Siento haber puesto en duda la coherencia de sus argumentos, sin duda pergeñados con la sencillez del que hace fácil lo difícil, al haber insinuado que algunos de los ejemplos que empleaba para ilustrarlos eran ambiguos e incluso lesivos para las parejas 'diferentes' y, desde luego, siento muchísimo haber afirmado que las parejas heterosexuales llevan mucho tiempo jugando a papás y mamás sin necesidad de ninguna técnica reproductiva, sin que el mundo se haya venido abajo (por ahora), por lo que el asunto habría forzosamente de ser menos escandaloso de lo que él describe.

Lamento todo esto, que no son sino errores a los que me condena mi limitado entendimiento. Por ello, prometo solemnemente que no volveré a perturbar con mis 'melonadas' y 'pataletas modernoides' su reinado tranquilo sobre la intelectualidad.

Es lo que tiene la libertad, que cualquier imbécil se siente capaz de opinar.